CON ANTONIO DABEZIES, FUNDADOR DE “EL DEDO”
“Hay gente que nos dice que fuimos unos héroes por las cosas que hicimos, pero en aquel momento todo el mundo actuaba así”, dijo a Montevideo Portal Antonio Dabezies, fundador de “El Dedo”, revista de humor de cuya aparición se cumplen 30 años este domingo.
Treinta años atrás, una serie de circunstancias que iban de lo malo a lo calamitoso culminaron en una irrepetible "alineación de planetas" que arrojaría como resultado "El Dedo", una revista de humor valiente y original que abrió una sonrisa -ácida y amarga pero sonrisa al fin- en el monolítico rostro del Uruguay de la dictadura.
El demiurgo y culpable de aquella inolvidable situación fue Antonio Dabezies, quien ya entonces era "perro viejo" del ambiente periodístico. El próximo domingo, Dabezies procurará reunir a todos los sobrevivientes de aquellos tiempos pioneros, aunque sea sólo "para charlar" en las instalaciones de Espacio Guambia, establecimiento que regentea desde hace unos años. Sentado en una de las mesas del lugar, Dabezies dialogó con Montevideo Portal acerca de aquella revista que, contra todo pronóstico, se convirtió en emblema para una generación de uruguayos.
Antes del principio
Antonio Dabezies comenzó a trabaja en periodismo a mediados de los años '60, cuando hacía crónicas deportivas para el noticiero de Canal 10. Posteriormente, formó parte de las redacciones de varios semanarios, publicaciones que fueron sucesivamente golpeadas por las Medidas Prontas de Seguridad del Pachequismo, y por la censura de la dictadura militar.
La década de los '80 encontró a Dabezies dirigiendo la revista opción. "Era una revista que sacaba la gente del PDC", y aunque su cargo era de máxima responsabilidad "yo figuraba como responsable gráfico".
A fines de 1981 y "como yo venía de una generación anterior de periodismo, me preguntaron si sabía quién podía venir para dibujar al semanario". La respuesta fue más que negativa "Yo les dije que dibujantes no había, porque estaban todos exiliados."
Pese a la ausencia de semejante "materia prima", imprescindible para un medio gráfico "de a poco se fueron sumando algunos, y se fue armando un equipo". Lentamente, se logró acumular una "masa crítica" suficiente para arrancar. "Llegó un punto en que se habían ofrecido unos diez dibujantes. Eran buenos y comenzamos a trabajar con ellos" recuerda el humorista.
En A mediados de 1982 se precipitan los acontecimientos que culminarían con la fundación de El Dedo. "En mayo clausuran Opción por cosa de un mes, y nos quedamos sin saber qué hacer. Entonces yo propuse, como forma de eludir la clausura, hacer otra publicación paralela", expediente habitual por las castigadas publicaciones uruguayas de la época. "Por qué no agarramos y sacamos una sólo con los dibujantes", propuso ante la dirección de la revista .Sin embargo, esa alternativa no prosperó. "Entendieron que podía resultar peligroso, y pondría a Opción riesgo de sufrir una clausura definitiva"
"El tema es que los dibujantes ya habían quedado bastante embalados con la idea, y nos empezamos a juntar en una imprenta que yo tenía a una cuadra de acá. En realidad era más que una imprenta porque se juntaba una cantidad de gente, era un club eso (ríe)". En esas reuniones surgió la idea que lo cambiaría todo "Muchachos, ¿vamos a sacarla nosotros solos?" preguntó Dabezies, y la suerte pronto estuvo echada
Previamente "hice un estudio de mercado muy simple: fui a una distribuidora de diarios y consulté cuantos ejemplares vendía en Uruguay la revista argentina Humor Registrado, y se estaban vendiendo entre 4.000 y 5.000 ejemplares. Entonces les pregunté si se animaban a distribuir una revista uruguaya con dibujantes uruguayos "y bueno, probemos, me dijeron", rememora. "Estaba la chance, lo hablamos con los dibujantes y lo hicimos. Yo tenía mucha experiencia en sacar publicaciones, y además durante años en la imprenta había editado cantidad de cosas", recapitula Dabezies.
Una imagen que vale más que las palabras
"Empezamos a juntamos para hacer el primer número", relata el periodista, y recuerda que en esa primeras reuniones, insumían mucho tiempo las conversaciones "para ver cómo se iba a llamar. Hubo discusiones al respecto hasta que apareció Fermín Hontou con el dibujo" que luego sería símbolo de la publicación "El dibujo nos pareció tan bueno que se acabó la discusión de cuál era el nombre de la revista. . . y salió El Dedo".
"A esa altura yo tenía ya siete u ocho clausuras definitivas en mi currículum (ríe)".La primera de ellas había sido en 1968, en la revista "Extra" Dabezies recuerda que "varios cargábamos con antecedentes similares", lo que resultaba poco tranquilizador de cara a nuevos proyectos "Yo le propuse a (César) Di Candia que fuera socio mío, porque éramos muy amigos y habíamos trabajado juntos, pero cuando vio la lista de los integrantes de la redacción, dijo ‘no, con estos locos no podés sacar nada' y no quiso". Sin embargo, Di Candia acabó por publicar material en el número inaugural de la revista. "Lo tuve que correr como quince días para que me diera esa nota". Luego acabó por sumarse definitivamente a la propuesta "y fue uno de los pilares de El Dedo".
Si bien la dictadura militar ya había comenzado a decaer, en 1982 continuaba llenando calabozos y ejerciendo con lamentable eficacia la represión y la censura. Evidentemente, el horno no estaba para bollos, y los fundadores de El Dedo sabían que caminaban sobre un hielo muy delgado.
"Y sí, algo de miedo siempre tuvimos" reconoce Dabezies. "Hay gente que nos dice que fuimos unos héroes por las cosas que hicimos, pero en aquel momento todo el mundo actuaba así. Sí había que hacer algo, ibas y lo hacías. Éramos bastante inconscientes" explica.
"Yo había estado preso aunque no ‘pesado', aclara. "Incluso una vez me pasaron a juzgado militar pero siempre zafé, nunca permanecí preso más que algunos días. Cuando salió la revista nos asustamos un poco, porque en el staff de la revista habían una cantidad de gente que había estado en cana, en cana de verdad, en el Penal de Libertad". Sin embargo, decidieron asumir los riesgos. "Con Di Candia entonces dijimos ‘salgamos hasta que nos cierren'...y salimos hasta que nos cerraron" recuerda.
Ya en ese primer número, la revista contó con el concurso talentos que, con el paso de los años, se consolidarían como figuras de primer nivel en el ambiente cultural uruguayo. Tal es el caso de Leo Masliah. "Lo fui a buscar a la cerrajería que él tenía en la puerta de un supermercado en pocitos, y le ofrecí escribir en la revista", cuenta Dabezies.
La aventura del El Dedo fue efímera pero fructífera. "Duro siete números, ya el octavo no salió", cuenta. Sin embargo, en menos de un año se vendió de una forma superior a las expectativas más optimistas, y la asfixiada sociedad uruguaya de entonces acabó por convertirla poco menos que en un símbolo de resistencia. La revista fue clausurada cuando una partida de 50.000 ejemplares de ese octavo número ya estaban pagos y en proceso de impresión. También hubo "dos números especiales, no tan políticos como los corrientes". Tras la clausura de El Dedo, Dabezies y la mayoría de los dibujantes de la revista abordan un nuevo proyecto, y en 1983 ve la luz "Guambia". Pese a que las personas eran las mismas y el espíritu humorístico también, muchas cosas habían cambiado.
Guambia que salimos
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