Obras de construcción de la Rambla Sur. 1930. Al centro el espacio que ocupaba la playa Santa Ana que, como puede apreciarse, fue ganado al mar.
El 10 de Julio de 1923 esa imagen del mar como naturaleza dinámica, metáfora de la modernidad y la velocidad del progreso se hizo realidad. Una conjunción de vientos y aguas del Río del Plata había decidido, luego de décadas de indecisiones por parte de los planes de la ciudad, dar el primer paso y comenzar, sin previo aviso, las tareas de embellecimiento urbano y de demolición de la zona del Bajo y del barrio Sur, la parte “fea” y “no deseada” de la ciudad. Los planes existían desde antes de 1920, pero el temporal del 23 precipitó su ejecución.
Poco tiempo después del temporal se conformó la Comisión Financiera de la Rambla Sur e innmediatamente comenzaron las obras de construcción del tramo que va desde Río Negro hasta Médanos (actual J. Barrios Amorín), la rectificación de las líneas y el relleno de las playas:“es llegado el momento que se aproveche la acción del temporal para activar esta obra y darle pronto término a fin de que la Ciudad Vieja, en su parte Sur, se valorice y embellezca”(8).
También se pidió al Estado que aprovechara esta ocasión para ejecutar un proyecto a estudio en el Parlamento para reemplazar el tendido aéreo de los cables telefónicos por un tendido subterráneo.
También se pidió al Estado que aprovechara esta ocasión para ejecutar un proyecto a estudio en el Parlamento para reemplazar el tendido aéreo de los cables telefónicos por un tendido subterráneo.
El mar y el temporal siembre habían sido los genios del lugar, pero no se tenía memoria de un desastre natural tan violento como aquel de 1923. Los vientos alcanzaron los 148 quilómetros por hora, las aguas del estuario se elevaron a tres metros y medio, volaron techos, casas, autos, árboles y la ciudad quedó sin luz por dos días, parecía víctima de un bombardeo. “La costa de Montevideo [...] batida por la violencia del oleaje guarda huellas perdurables del poder destructor de las aguas del gran río enardecidas por el furor del recio viento que por más de 48 horas batió sus alas sobre el Estuario”(10)
Este suceso se convirtió en un hecho tráfico para los montevideanos que tuvieron que arreglar sus casas, sus calles, levantar árboles y carteles, y convocó a una reflexión sobre el pretendido progreso y las tareas que aún quedaban pendientes.
Los destrozos fueron cuantiosos, pero lo que más conmocionó fue la pérdida de vidas humanas. La terraza del Hotel de los Pocitos quedó destruida y el muro de la rambla desapareció. También desaparecieron y encallaron varias embarcaciones, entre ellas el vapor holandés “Montferland”(11).
8 – Mundo Uruguayo, Montevideo, 26 de julio de 1923, Año V, Núm. 237, “La edificación en la zona afectada por el temporal”.
10 – Mundo Uruguayo, Montevideo, 19 de julio de 1923, Año V, Núm. 236, “Después del recio temporal”.
11 – Mundo Uruguayo, Montevideo, 6 de diciembre de 1923, Año V, Núm. 256, “Un hermoso triunfo”.
10 – Mundo Uruguayo, Montevideo, 19 de julio de 1923, Año V, Núm. 236, “Después del recio temporal”.
11 – Mundo Uruguayo, Montevideo, 6 de diciembre de 1923, Año V, Núm. 256, “Un hermoso triunfo”.
Extraído de “Escenas de la vida cotidiana. El nacimiento de la sociedad de masas (1910 – 1930)” por Daniela Bouret y Gustavo Remedi
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