Gerardo Lissardy
BBC Mundo, Brasil
Millones de personas en Sao Paulo se han visto afectadas por la huelga del metro que este lunes entra en su quinto día.
La policía antimotines de Brasil lanzó este lunes gases lacrimógenos contra manifestantes en la ciudad de Sao Paulo, en medio de una huelga del metro que ha mantenido en vilo al país a tres días del comienzo del Mundial.
Los efectivos se enfrentaron con unas 300 personas mientras helicópteros sobrevolaban la zona.
La huelga del metro comenzó como uno de los tantos conflictos gremiales que tiene Brasil en vísperas del Mundial de Fútbol. Pero se ha vuelto un reto clave para el país antes de que Sao Paulo reciba el partido inaugural de la Copa, el jueves.
Una asamblea de trabajadores del metro paulista resolvió el domingo mantener la huelga por mejoras salariales que lleva cuatro días y causó embotellamientos sin precedentes en la ciudad, pese a que la justicia la declaró ilegal.
Esto significa que a partir del lunes pueden reiterarse las escenas de caos en el tránsito de la mayor ciudad brasileña, a la que llegarán miles de turistas y autoridades extranjeras para el partido inaugural de la Copa, entre Brasil y Croacia.
La huelga en el metro de Sao Paulo se ha vuelto "un problema del país, sin duda", sostuvo Marco Antonio Teixeira, un experto en políticas públicas de la Fundación Getulio Vargas, basado en esa ciudad brasileña.
Teixeira notó que, a diferencia de otros conflictos recientes que el gobierno de Dilma Rousseff parece haber desactivado, como las protestas de trabajadores sin techo, en el caso del metro la responsabilidad recae sobre el gobierno estatal de Sao Paulo.
"La gran cuestión es que en este asunto el gobierno federal no tiene cómo actuar", explicó el analista en diálogo con BBC Mundo.
"Tiene que negociar"
Los trabajadores de la red de metro de Sao Paulo reivindicaban inicialmente un ajuste salarial de 35,5%, aunque el reclamo fue descendiendo gradualmente hasta el 12,2% actual.
Pero el gobierno estatal, que opera cuatro de las cinco líneas del metro de la ciudad, les propuso una mejora de 8,7%, casi un punto encima de su oferta anterior. La propuesta fue rechazada por el sindicato.
Un Tribunal Regional de Trabajo respaldó este domingo la oferta gubernamental, declaró "abusiva" la huelga y anunció multas diarias equivalentes a US$223.000 en caso de que continúe.
Pero en una asamblea dividida, el sindicato decidió por mayoría continuar con la huelga pocas horas después, en medio de consideraciones que incluyeron el Mundial.
"Hay una Copa del Mundo, el mayor evento deportivo del mundo. El gobierno del estado tiene elecciones a fin de año, tiene que negociar", sostuvo el presidente del sindicato, Altino Melo dos Prazeres, citado por el portal G1 de Globo.
Sin embargo, la edición digital del diario Folha de S.Paulo informó que Prazeres negó querer que la huelga llegue hasta el Mundial y pidió "disculpas a la población".
Está previsto que el sindicato realice una nueva asamblea a primera hora de la tarde del lunes para volver a discutir si mantiene la huelga.
El gobernador de Sao Paulo, Geraldo Alckmin, pidió a los trabajadores volver al trabajo en la noche de este mismo domingo y advirtió que quienes continúen la huelga pueden ser cesados.
Alckmin pertenece al Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), opositor al gobierno de Rousseff, y según encuestas es favorito para ser reelecto en los comicios estatales de este año.
Las paralizaciones afectaron desde el jueves diferentes líneas del metro y dejaron a millones de personas sin el principal medio de transporte que utilizan para trasladarse en la gigantesca ciudad.
El viernes hubo 252 kilómetros del embotellamientos de autos, el peor registro matutino de la historia de Sao Paulo. El mismo día la policía lanzó gases a un grupo de huelguistas en una estación de metro.
"Jugar duro"
Teixeira señaló que las diferencias entre el sindicato y el gobierno se han reducido a menos de cuatro puntos porcentuales de aumento, "pero ambos lados parece que resolvieron jugar duro".
Según el analista, esto también es un desafío para el sindicato.
"Es un momento de sabiduría: por más que la Copa esté ahí y sea una oportunidad, en el momento en que se incumple una decisión judicial empiezas a tener el peso de la opinión pública en contra", advirtió.
Rousseff dijo confiar en que los brasileños darán muestras de "alegría" y "civilidad" durante el Mundial.
"Tengo la seguridad de que la Copa también va a ser una fiesta y es fundamental que la mayoría de la población brasileña tenga derecho de disfrutar de esta gran fiesta", sostuvo la mandataria este domingo.
Las encuestas señalan que el descontento de los brasileños con el Mundial ha crecido, con una mayoría que cree que el evento quita dinero a los servicios públicos, y el país ha tenido en las últimas semanas una serie de huelgas.
Pero por ahora siguen sin resurgir las protestas callejeras masivas que hubo en la Copa de Confederaciones del año pasado por mejores servicios públicos y contra los gastos del Mundial.
La FIFA ha indicado que espera que la atmósfera en Brasil mejore con el inicio de la Copa.
No obstante, algunos de sus dirigentes, como el vicepresidente Jim Boyce, conocieron de primera mano los efectos de la huelga del metro de Sao Paulo el jueves, cuando requirieron de casi tres horas para ir del aeropuerto de la ciudad al hotel.
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