El presidente Nicolás Maduro celebra este jueves una esperada reunión pública con líderes de la oposición, con el acompañamiento de El Vaticano y la Unasur, en un intento por poner fin a más de dos meses de protestas antigubernamentales que dejan 39 muertos.
El gobierno no ha informado sobre la hora de la reunión con la opositora coalición Mesa de la Unidad Democrática (MUD), pero medios de prensa apuntan que será al final de la tarde en el palacio presidencial de Miraflores y será transmitido en cadena nacional por radio y televisión.
El esperado cara a cara se realiza bajo los auspicios de la Unión de Naciones del Sur (Unasur) y tendrá como testigos de buena fe a los cancilleres de Ecuador, Brasil y Colombia, además de Pietro Parolin, secretario de Estado de El Vaticano, aunque fuentes religiosas señalan que posiblemente sea representado por miembros de la nunciatura apostólica en Caracas.
Reconocimiento, no negociación
Tanto oposición como gobierno han advertido que no acuden a entablar un diálogo propiamente dicho, sino que será un proceso para poner sus posturas en la mesa y reconocerse mutuamente.
El martes, tras una inédita primera reunión preparatoria bajo los auspicios de la Unasur con la MUD,Maduro adelantó que el encuentro será un “debate” en el que no habrá “ni negociación ni pacto” del modelo político, porque hacerlo lo convertiría en un “traidor” del chavismo.
El vicepresidente Jorge Arreaza ratificó la víspera el formato del esperado encuentro: “No vamos a pactar, vamos a reconocernos”.
En las filas de la oposición, el diputado Julio Borges, dirigente del partido Primero Justicia, uno de los mayores de la MUD y al que pertenece el líder opositor Henrique Capriles, dijo este jueves a Unión Radio que acuden conscientes de que “no hay ninguna confianza en el gobierno”.
“No lo llamemos diálogo, lo que habrá es un debate”, añadió Borges al subrayar que tampoco buscan “enfriar la calle” porque “ahora más que nunca se necesita la protesta pacífica y constitucional para crear la presión para que se logre un cambio radical y democrático en Venezuela”.
Las protestas fueron desatadas el 4 de febrero por estudiantes de San Cristóbal (oeste) en contra de la inseguridad y, a la par de que se multiplicaron en el país, se sumaron demandas contra la crisis económica, la represión policial y la detención de estudiantes y dirigentes opositores.
Las protestas degeneraron en algunos hechos de violencia que han dejado 39 muertos y unos 600 heridos, además de que más de un centenar de personas siguen detenidas y sometidas a proceso, entre ellos dos alcaldes destituidos y el líder del partido Voluntad Popular, Leopoldo López, del ala radical de la MUD.
López, junto con María Corina Machado, diputada opositora destituida de su escaño al calor de las protestas, fue el promotor de “la salida”, estrategia que planteaba con manifestaciones la renuncia de Maduro y que fue tachada por el mandatario de “golpe de Estado en desarrollo”.
Ausencias y agenda suspendida
Voluntad Popular ha advertido que no participarán en el encuentro. “Con presos y perseguidos políticos, con represión, NO puede plantearse un diálogo”, escribió el partido en su cuenta de Twitter.
El que sí confirmó su asistencia es Capriles, quien hace un año fue derrotado en la presidencial por Maduro, ungido heredero político del fallecido expresidente Hugo Chávez (1999-2013), por una diferencia de 1,5% de los votos en una polémica elección que durante meses fue impugnada por la oposición.
“Le digo a nuestro pueblo: yo voy mañana (jueves) a defender la verdad (…) cuando nos toque hablar temblará en Miraflores porque le diremos al gobierno la verdad”, dijo Capriles.
Para los encuentros, el gobierno propone una agenda que contemple planes de pacificación del país y de desarrollo económico, mientras que la oposición pone el acento en una ley de amnistía para los detenidos y procesados y el desarme de los denominados “colectivos”, civiles armados señalados de vínculos con el chavismo.
Pero Maduro salió al paso de estas demandas el pasado martes con la advertencia de que “aquí va haber justicia, no va haber impunidad”, además de lanzarse en una apasionada defensa de los colectivos.
En declaraciones a la AFP, el politólogo John Magdaleno se mostró poco optimista sobre la perspectiva de este diálogo, al que la oposición acude, dijo, por ser una oportunidad “para plantear algunos temas a debate público” mientras que Maduro accede por presiones internacionales resultado de la “imagen negativa” de su gobierno” en el mundo.
“Hay sobradas razones para ser escépticos respecto de los avances que puedan producirse, habrá que ver cómo se desarrollan las conversaciones y sobre todo examinar con detalle la pre-agenda para iniciar las conversaciones”, dijo Magdaleno.
Estados Unidos, acusado en repetidas ocasiones por Maduro de ser promotor de las protestas, sigue con cautela el desarrollo del encuentro auspiciado por Unasur.
El martes, el secretario de Estado, John Kerry, expresó su apoyo “a los esfuerzos de mediación” de la Unasur mientras que el miércoles su subsecretaria adjunta, Roberta Jacobson, subrayó la importancia de “una presencia externa para un diálogo real”. AFP
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