sábado, 26 de abril de 2014

América, paraíso bibliófilo

  • ¿Qué tienen las librerías de Lima, Buenos Aires o el DF para guardar tantos tesoros librescos? Su mercado, paradójicamente, crece gracias a internet.




"Si leemos un libro antiguo es como si leyéramos todo el tiempo que ha transcurrido desde el día en que fue escrito y nosotros. Por eso conviene mantener el culto al libro. El libro puede estar lleno de erratas, podemos no estar de acuerdo con las opiniones del autor, pero todavía conserva algo sagrado, algo divino, no con respeto supersiticioso pero sí con el deseo de encontrar felicidad, de encontrar sabiduría"
Aunque Jorge Luis Borges pronunciase estas palabras en 1978, hoy conservan su rotundo significado. Y más en América Latina, paraíso bibliófilo. Países como México, Perú o Argentina colman de historias a las capsulas del tiempo en lo que a veces se convierten las librerías, que cumplen la función de cámara del tiempo para todo tipo de obras.
El número 147 de la Avenida Miguel Dasso de Lima todavía retiene el recuerdo de Eduardo Sanseviero, el librero anticuario y creador en 1973 de la librería El Virrey de el barrio de San Isidro. Su viuda, Chachi, y sus hijos, mantienen hoy el placer de vender historias encerradas en páginas para que otros las liberen sumergiéndose en ellas. Chachi y Eduardo, ambos originarios de Paraguay, montaron 'El Virrey' hace hoy 40 años. A pesar de los cambios personales y profesionales y de las idas y venidas de un local a otro, El Virrey sigue alzándose hoy como lugar de encuentro para los amantes de los libros.
"La librería anticuaria Sur [el origen de El Virrey] tenía libros antiguos, raros, curiosos y agotados. La hemos mudado tres veces, la última después de que mi esposo desapareciera. Estaba en un hermoso espacio independiente, dentro de un gran local que compartía con la librería 'El Virrey'. Hace cuatro años nos mudamos a un local más pequeño. Esos libros están ahora en cajas, en espera de otra oportunidad", explica la fundadora de El Virrey.
La caja de cartón es la cárcel de los libros. ¿No queda otro futuro? La labor de la (Asociación de Libreros y Anticuarios de Argentina) trabaja desde 1952 para que esto no ocurra. "Durante estos años, la asociación sirvió para unir al gremio y lograr un fructífero intercambio entre colegas que, por supuesto, redunda en un innegable enaltecimiento del oficio del librero anticuario, así como en mejores 'performances' comerciales", señala Lucio Aquilanti, vicepresidente de la asociación.
Argentina es otro de los países latinoamericanos inevitables para encontrar 'viejo'. Precisamente en allí residió durante una larga temporada el escritor catalán Jorge Carrión, que el año pasado publicó ''Librerías'', un ensayo en el que reflexiona sobre el desarrollo de estos espacios. "Hay dos tipos de cliente de viejo, el bibliófilo, que en Argentina hay mucho, tanto autóctono como extranjero, como gente con pocos recursos y estudiantes que van a buscar libro antiguo en buen estado o libros descatalogados en España que están muy baratos, [ejemplares de] Ediciones B o Libros del Bronce a uno o dos dólares", explica el escritor. "Hay una valoración de la conversación y del intercambio personal, que en Europa no existe".
A pesar de no comerciar ya con libros antiguos, 'El Virrey' continúa todavía en cierto modo su vinculación a este mercado del 'viejo'. "Esperamos volver a abrir nuestra librería anticuaria en muy corto plazo. Hay un público muy interesado y siempre nos visitan coleccionistas de diferentes países. Continuamos comprando libros antiguos y primeras ediciones tanto en Perú como en otros países. Siempre estamos consiguiendo buenos e importantes libros. En los últimos tiempos vengo comprando para un cliente mexicano diversos libros para nutrir su colección, como 'Cartas de Relación' de Cortés, atlas antiguos o libros de viajes", cuenta Walter Sanseviero, el hijo de la dinastía.
Si hay un mercado que no se ha visto perjudicado por la ola tecnológica de los e-books y demás dispositivos, ese es el del libro antiguo. De hecho, la venta 'online' les ha abierto las puertas. "Un cliente que vive en en España muy lejos de Madrid o Barcelona, puede estar a 600 kilómetros de distancia del libro que busca, mientras que un cliente que vive en Tierra del Fuego, vive a 3.300 kilómetros de Buenos AiresNo es fácil viajar para comprar libros, la venta 'online', es una gran herramienta para libreros y clientes", explica Aquilanti.
Sin embargo, la venta a través de la red puede llevar, según exponen desde ALADA, a la desaparición de ese cliente paseante que entraba a curiosear en las librerías de calles como Donceles, enMéxico D.F o Libertad en Buenos Aires. A pesar de ello, siempre quedarán los bibliófilos empedernidos que valoran la figura de un buen librero. "Yo creo que tiene que ver con ofrecer lo que Amazonno puede dar y con la conversación. El librero tiene que sercoordinador emocional, animador de tertulias, un prescriptor que se basa en el trato personal", comenta Carrión.
"El librero anticuario debe tener una gran cultura y conocimiento bibliográfico. Su instrumento de trabajo son cientos de libros de consulta y catálogos ya sea de ediciones especiales, de editores e imprentas famosas, de temas variados según su especialidad". Chachi Sanseviero no puede evitar rememorar a su marido Eduardo al definir la figura del librero: "A él siempre le gustaba señalar que libros 'viejos' hay cientos de miles pero estos se convierten en 'antiguos' cuando un librero anticuario los levanta del piso".

El valor del 'tesoro' antiguo

El precio de un libro antiguo puede oscilar entre 'gangas' y cifras millonarias. "Lo que más marca su precio es cuán escaso sea el mismo o cuán raro e inencontrable. Luego, la cantidad real de compradores que existan para dicho libro. La ecuación no es exacta nunca hay una fórmula matemática, pero el precio deviene en primer lugar, de la experiencia del tasador. Él puede hacer unaecuación que deriva de la escasez del ejemplar, del interés que despierta en el cliente, en la cantidad de clientes para ese libro y en la calidad de esos clientes", explica Aquilanti.
El vicepresidente de ALADA parece dar con la clave del mercado del 'viejo': "Cada libro encuentra a quien quiera llevarlo a su casa para cuidarlo y resguardarlo por unas décadas más, hasta que vuelva a las bateas y mesas de venta, nuevamente, en Buenos Aires o en un 'bouquiniste' de París".

MARÍA QUINTANA
http://www.elmundo.es/cultura

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