Alberto Nájar
BBC Mundo, Ciudad de México
El día de la despedida a Gabriel García Márquez hizo calor en Ciudad de México. Durante horas el sol cayó tenaz sobre miles de personas que aguardaron pacientemente para decir adiós al escritor, pero luego el clima cambió de humor y en poco tiempo el bochorno cedió a furiosas rachas de viento y una inusual lluvia con tormenta eléctrica.
Por momentos el aire levantó el polvo que rodeó al Palacio de Bellas Artes, en el centro de la capital mexicana, donde se realizó un homenaje nacional al escritor.
Calor, polvo, agua. Como "en aquel Macondo olvidado hasta por los pájaros", según una frase de la obra maestra del premio Nobel de Literatura, Cien Años de Soledad.
Una coincidencia climática para decir adiós al colombiano más querido en México, el país que eligió para vivir durante más de 50 años.
Yago y Martín, dos adolescentes colombianos que muestran con alegría una bandera de su país, entienden las razones de esta elección. "Gabo amaba a México y lo seguirá amando donde se encuentre", le dicen a BBC Mundo.
Alguna vez García Márquez dijo que Cien Años de Soledad era un largo vallenato. Y esa música le acompañó en su despedida: entre la larga fila que por momentos se extendió por cerca de dos kilómetros apareció un grupo de este género que, frente a la urna con sus cenizas, le dedicó unos acordes.
Un verso destacó en la canción. "Se llama García Márquez, pero le decimos Gabo".
"Significa todo"
Muchos, especialmente entre sus nuevos lectores, pensaban que Gabriel García Márquez era mexicano. Era fácil creerlo: hace unos meses el escritor caminó tranquilamente por un centro comercial cerca de su casa, en el sur de la capital.
Empujaba un carrito de supermercado al lado de su esposa Mercedes y como cualquier persona se abastecía de víveres e instrumentos de limpieza.
Sonreía a quienes lo saludaban, como lo hizo siempre desde 1961 cuando llegó a este país. El escritor Javier Aranda Luna cuenta que lo vio de buen ánimo, sin huellas evidentes de la enfermedad que al poco tiempo le dejó sin vida.
Pero García Márquez es "quizá el colombiano más grande que hemos tenido", le dice a BBC Mundo el presidente de ese país, Juan Manuel Santos.
"A Colombia le dio todo el esplendor, hay muchas personas que conocen a Colombia por García Márquez, es el hombre más grande de las letras que hayamos tenido en toda nuestra historia de manera que significa mucho, significa todo", insiste el mandatario.
Por eso en su tierra natal se prepara también una ceremonia este martes. "Allá también le vamos a rendir un homenaje con el mismo sentimiento, con la misma gratitud, porque todos, todos los latinoamericanos le debemos a García Márquez una inmensa gratitud. Eso es además lo que describía a Gabo".
"Es eterno"
Arturo Dávila esperó cuatro horas para entrar al Palacio de Bellas Artes y ver, durante unos 30 segundos, la pequeña urna café con las cenizas del escritor
Valió la pena, dice a BBC Mundo, porque "el Gabo", como lo llama, le llevó alegría y consuelo con sus libros en un momento de crisis personal. "Lo admiro, no puedo hablar en pasado porque siempre lo tengo presente", explica.
En cambio, María Guadalupe Juárez lo conoció más de cerca: fue sobrecargo en la aerolínea Mexicana de Aviación que durante varios años fue la única que volaba de Ciudad de México a La Habana, Cuba, y entre sus viajeros frecuentes estaba García Márquez.
"Toda la gente que iba en primera clase le rendía homenaje, les daba mucho gusto verlo, saludarlo", cuenta a BBC Mundo.
Guadalupe esperó tres horas para acercarse al Palacio. En todo ese tiempo sostuvo una foto del escritor sentado en la cabina de un avión, con gesto alegre mientras la sobrecargo sonríe a su lado, recargada en el asiento.
Y como ella son muchos quienes en esa kilométrica fila tienen una historia cercana a Gabo. Diana Pantoja es colombiana pero vive en México, y cuando se enteró del homenaje entendió que estaba obligada a despedirlo.
"Su obra es vigente y lo seguirá siendo durante muchísimos años, será eterno", le dice a BBC Mundo.
"Novela moderna"
El Palacio de Bellas Artes es el recinto cultural más importante del país. En el vestíbulo de este emblemático edificio el presidente Santos recordó que Gabo, en 1982, habló sobre la soledad de América Latina.
"Lo dijo al recibir el premio Nobel de Literatura, que no es demasiado tarde, nunca es demasiado tarde para creer en la utopía. Una nueva y arrasadora utopía de la vida donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir. Donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad", destacó el mandatario durante el homenaje.
En México, recordó el presidente Enrique Peña Nieto, el escritor consolidó a su familia y encontró "el espacio y la oportunidad para vivir su vocación y consagrarse a la literatura".
Fue en este país que empezó la historia que le convirtió "en el más grande novelista de América Latina de todos los tiempos". En las letras hispánicas, añadió, "incluso ha sido equiparado por la crítica con el propio Miguel de Cervantes, el creador de la novela moderna".
La ceremonia duró menos de una hora y al terminar se reanudó la procesión de miles de personas que aguantaron una lluvia repentina y el viento que se llevó el calor.
Fue como las horas en que Gabo dejó este mundo, el 17 de abril, cuando la Ciudad de México vivió episodios extraños, dijo el presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Rafael Tovar y de Teresa.
"Nos dejó un jueves santo, entre una luna roja, una granizada histórica y un temblor de miedo. Digno marco cósmico para la partida del cronista de la realidad mágica de Latinoamérica".
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