jueves, 10 de abril de 2014

CON ERNESTO NEGRÍN, DE CONJUNTO CASINO

Inspirado el creador


Ernesto Negrín es, desde hace 45 años, director de Conjunto Casino, uno de los grupos más importantes de la música tropical uruguaya. Con la excusa de la salida de “Conjunto Casino, la historia interminable 2”, este trompetista por accidente y ciudadano ilustre conversó con Montevideo Portal, y dijo que sabe que, pese a que apenas hizo tercer año de escuela, los discos de oro que lleva ganados “quieren decir algo” que a mucha gente se le escapa.
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Ernesto Negrín tiene 70 años, y este febrero se tomó las primeras vacaciones en más de dos décadas. Tiene que aflojar un poco. En 2013 le pusieron un marcapasos y anda "fenómeno", pero no es para regalarse.
"Ganas de conversar no tengo", se ataja. "¿Qué te voy a decir? Pero si hay que hablar, se habla". Y conversa. Habla bajo, busca las palabras adecuadas. A veces, algo en su memoria le enciende los ojos, brillantes como lentejuelas.
Trompetista casi por casualidad, el muchacho que quiso aprender a tocar saxo con los mejores del jazz y se moría con La Matancera de los años 30, lleva 45 años al frente de Conjunto Casino, uno de los elefantes blancos de la música popular uruguaya, y dice que, por ahora, piensa seguir adelante.
"Arranqué en la música con unos muchachos del barrio. Ensayábamos en un garaje que era de una panadería. No teníamos ni luz. Había uno con una guitarra criolla, y ahí yo tocaba las percusiones, el bongó", cuenta.
Eran los primeros años de la década del 60, y en ese garaje de Jacinto Vera, "entre la leña y los ratones, a la luz de las velas", se fue arrimando a lo que sería su vida.
"Empecé a tocar porque me gustaba. Nadie se imaginaba en lo que iba a terminar". Por ese entonces, el joven Ernesto trabajaba en lo que podía, haciendo mandados o lo que fuera, para ahorrar algún mango.
"Yo juntaba plata para comprarme un saxo tenor. Había una pobreza que no se podía más", recuerda. Él y sus tres hermanos (un varón y dos mujeres), habían nacido en San José, pero la adolescencia lo agarró en Montevideo. Su padre, un carpintero ("¡Y qué carpintero! ¡Ebanista! Como ya no hay..."), le daba ánimos para que siguiera con "la joda", que era la forma en que el viejo Negrín se refería a la música. "Él tenía un dicho; siempre me decía 'Ernesto, vos no dejes la joda'. A esto, a la música, le decía la joda. 'No la dejes, porque con esto vos tenés liberación de muchas cosas'. Y yo empecé a estudiar trompeta porque me llevo un amigo mío". En realidad, quería tocar el saxo, y "fuimos con este muchacho al Hot Club, que estaba en la calle Guayabo. Ahí estaban todos los muchachos que tocaban jazz, unos músicos extraordinarios. Yo fui a buscar al Fino Bingert, uno de los mejores jazzistas que hubo acá. Quería aprender con él, porque era el mejor. Era un muchacho joven, y no podía dar clases, no tenía tiempo. Ahí me compré una trompeta y empecé mi camino con el instrumento. Estudié con unos profesores de los mejores. Todos músicos del Sodre. Al poco tiempo toqué con estos muchachos del Combo La Bahía y después me fui a otra orquesta, donde éramos más jóvenes todos. Y después tuve la idea de armar mi propio conjunto, pero no tenía idea de que iba a durar 45 años"
Ernesto Negrín con Celia Cruz. Foto: Faebook de Casino
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Nelson, el Nelson, asegura que "como Casino no hay dos", haciendo suyo un viejo eslogan del conjunto. Sobreviviente de históricas maratones bailables del Palacio Salvo, el Euskaro Español y el antiguo Interbailable de la Avenida 8 de Octubre, Nelson dice que orquestas buenas hay muchas, pero, para bailar, Casino es insuperable. "¡La orquesta del bacilón, papá!", repite el clisé. "Son los que mejor llevan el ritmo, los que eligen las canciones que más pegan y siempre tienen los mejores cantantes". Y al Nelson hay que darle la derecha en este asunto. Durante casi 30 años, "desde que era peón", siguió a las orquestas más importantes por todos los escenarios de la capital. "Y de Paysandú", aclara. Fue en una Semana de la Cerveza de hace unas dos décadas "y con Casino" donde conoció a su esposa. "Con mi señora escuchamos siempre los discos y dos por tres vamos a algún baile. Ya no estamos para esos trotes", dice. "Eso sí: como Casino no hay dos".
Conjunto Casino comenzó formalmente allá por el 68, y la bola de nieve echó a rodar cuando se convirtió en número fijo de los bailes del club Colón. Unos muchachos que organizaban las veladas en la esquina del movimiento lo llamaron para "hacer toda la noche": "tocábamos varias vueltas, arriba y abajo. Ahí agarramos impulso, y al estar todos los sábados ya nos conocía la gente. Se corría la bola y nos venían a ver... ¡y no éramos nada! Empezamos ensayando los sábados, en La Teja, en la casa de un bajista que teníamos, atrás de la Plaza Lafone, en la calle Heredia. ¡Una vez por semana! Y si no, nos encontrábamos por ahí, ensayábamos las trompetas, íbamos armando las canciones, todo por partes, de a pedazos. Después pudimos ensayar en el Colón, pero teníamos que llevarnos los instrumentos. Había uno de los cantantes que vivía medio cerca, a la altura de General Flores y Larrañaga, y allá teníamos que ir con todas las cosas. A pie. Llevarlas y traerlas".
En aquella época, recuerda, a todas las orquestas les era cuesta arriba. "Todos veníamos de muy abajo. Todos, todos. Era un sacrificio. Para comprar esto, para juntar lo otro".
-¿Salían a tocar por las chiquilinas?
-No, ¡qué chiquilinas! Había chiquilinas, sí, pero no era como ahora. Tampoco por la plata, o para ser famosos. Ni por la droga ni nada de eso. Yo no fumo, no tomo... Y las vi pasar todas, eh...
-¿Y por qué tocaban, entonces?
-Y... por la música... ¿Por qué iba a ser? No sé bien qué era. Capaz que por los tambores. Siempre, en la música tropical, hubo gente de la raza, y eso tira más, tira pila



El primer long play de Conjunto Casino se grabó, "en forma muy precaria", en un estudio que estaba en Jackson y Maldonado, en dos pistas y primera toma. Era difícil, dice, pero se compensaba con ganas, talento y profesionalismo. "Antes, los músicos eran muy profesionales, y muy buenos. Ahora cuesta encontrarlos. Y también el medio nuestro se ha venido abajo, está muy manoseado".
Si una virtud se reconoce Negrín es la de elegir canciones que se conviertan en éxitos. En este medio, los autores son escasos e imperan las versiones arregladas para el estilo que, muchas veces, funcionaron en otros ámbitos. "Siempre tuve la visión de sacar los temas", dice, y rememora la época de oro del conjunto, cuando se aburrieron de hacer bailes en el Uruguay y de frecuentar la capital argentina. Todos los meses. "Fue en los 70 y pico, los 80. "Lo que pasa es que por ahí nosotros grabamos un tema que, hasta el momento... mirá: lo cantás vos conmigo, y va a ser un éxito. Esa canción es Azuquita pa'l café. Me pasé un año diciéndole a Miguel Ángel Muñoz, uno de mis cantantes: 'vamos a hacer este tema, este tema mata'. Y no me lo cantaba. Me decía 'mirá que no va a pasar nada'. Yo lo escuchaba en mi casa y para mí explotaba. Y un día lo hicimos: cuando lo estrenamos, me parece que fue en el Sudamérica, la gente no paraba, y no paraba. Hicimos tres veces el montuno para que el tema se siguiera. Y ahí cambió todo. Cuando salió ese disco, 'Como Casino no hay dos', arrasó en las disquerías".


Hace unos días, Negrín se molestó con la jerarca de una importante empresa estatal. No estaba enojado, pero sí molesto. Dice que esta señora no lo quiso atender, que lo derivó con una secretaria y que esta le dio largas. Negrín asegura que no quería pedir nada extraordinario. Sí quería saber por qué Casino y otros conjuntos de la movida tropical quedan debajo de la mesa cuando se reparte la torta. Negrín, que apenas llegó a tercer año de escuela, aunque "trata de que no se le note", se da cuenta de que hay algo que se le está escapando a los que deciden qué es cultura y qué no.
Meses atrás, Negrín recibió una distinción importante. A instancias de la edila frenteamplista Graciela Villar, la Junta Departamental de Montevideo lo nombró Ciudadano Ilustre. Chupate esa mandarina. El Conjunto Casino es "una orquesta que ha entrado con letras de oro en la mejor historia de la música popular uruguaya", dijo el edil Dari Mendiondo. La edila Villar, que no pudo estar ese día por razones de salud, envió una nota en la que destacaba que "cualquier estilo musical debe ser reconocido como popular cuando la gente, en el sentido más amplio de la palabra, lo hace suyo y lo incorpora, cualquiera sea su clase social, a sus formas de festejo y alegrías. ¡Esto pasa con Casino!" Negrín, emocionado, agradeció a los presentes. Todos aplaudieron. Era el 26 de noviembre de 2013.
-¿Sabés cuántos discos de oro tengo? Más de 25. Y de platino. Con las mudanzas se me han roto los vidrios de algunos, pero los tengo. Eso quiere decir algo. Si después, del gobierno, no nos invitan a tocar, eso es cosa de ellos.

A principios de los 80, Conjunto Casino hacía base en el barrio porteño de Constitución, cerca de la estación de trenes, la Iglesia del Inmaculado Corazón de María y la flamante autopista. Allí, las colas para verlos daban vuelta a la manzana. Primero recalaron en el Tropitango, y después en Maxidisco, "un salón machazo". Todos los meses, durante 20 años. Casino, sí, y varias orquestas más que hacían la América del otro lado del charco. "Y no solo tocábamos para los uruguayos, eh", aclara. "Iba todo tipo de gente".
"Y... plata hicimos, pero yo no tengo plata. Se ganaba, sí, pero casi todos trabajábamos en otra cosa. Yo trabajé en varios lados. Y todavía trabajo. Estuve en una banda militar, hice de todo. Y con el Conjunto trabajábamos como locos. No había 24 ni 31 de diciembre para nosotros. Yo me hice todo el país no sé cuántas veces, y sigo tocando en el interior. Siempre quise hacerla para afuera. Soy muy llegado al interior. Capaz que porque nací en San José, no sé..."
Negrín y familia, cuando fue declarado Ciudadano Ilustre de Montevideo. Foto: JDM
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Esa noche toca el Club Santa Rosa y el Sudamérica, pero la jornada empieza bastante antes de que caiga el sol. En Agitando una más, Casino va a interpretar Besitos de coco. Primero, Eliana, la cantante, quiere saludar a toda la gente del Facebook, y Negrín tiene que pasar un par de avisos. El Colo lo corta, lo interrumpe, y después se arrepiente. "Este hombre es como mi padre", dice. "Me tengo que cuidar siempre en lo que digo porque me caga a pedos. Siempre". Negrín sonríe y pasa los avisos. Cinthia le regala una botella de vino. La canción empieza a sonar y la orquesta hace sus movimientos de mímica. Las chicas de la tribuna arrancan un pasito. El Colorado de Omar Gutiérrez aplaude. De pie. Todos aplauden.
"Yo no sé quién inventó eso del pop latino. Eso mató la música tropical, engañó a la gente, y el empresario, porque valía barato, se lo comió. Y los músicos se empezaron a decepcionar, porque no se les podía pagar, los cachets bajaron y tuvieron que irse por ahí. Yo siempre digo que el pop latino hizo mucho daño. Aparte, inventaron unos ritmos que no son de esta música. Con máquinas no se puede... Por algo los capos no las usan. En Nueva York no las usan. El Gran Combo, todos esos, ninguno pone máquinas. Si las máquinas fueran buenas estos tipos te las usarían", dice.
Negrín no es de mirar para atrás, confiesa. "Nosotros nos criamos con poca cosa. Ahora los muchachos se crían con todo. No sé si tengo nostalgia. A veces recuerdo, sí, pero trato de no hacerlo mucho porque me bajoneo. Siempre creo que lo que hice es poco, pero más no se puede. A veces estoy cansado, pero tengo que seguir. Si miro para atrás no sé lo que voy a hacer. Uno nunca sabe si tuviera que empezar de nuevo, si...", dice, sin terminar la frase, y los ojos como lentejuelas vuelven a brillar.


Bizarro Records acaba de publicar "Conjunto Casino, la historia interminable 2", un disco que recoge algunos de los mayores éxitos del grupo.

Jorge Costigliolo | Montevideo Portal
jcostigliolo@montevideo.com.uy

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