Uruguay está primero en América Latina en relación a su población en cantidad de trasplantes de órganos y tejidos, con un promedio de 140 intervenciones de ese tipo de riñón, 25 de hígado y 140 injertos de córnea al año, sumados a las cardíacas y otros procedimientos. La ley vigente desde 2012 indica que todos los habitantes del país son donantes salvo una negativa expresa.
Con una serie de actividades de promoción y difusión, el Ministerio de Salud Pública (MSP) conmemoró este domingo 15 el Día Nacional de la Donación y el Trasplante en Uruguay, donde el primer tipo de intervención de esa naturaleza que funcionó fue renal, que es el más común, mientras que el pionero en tejidos fue un injerto de córnea.
En la historia de Uruguay se han realizado más de 2.000 trasplantes de riñón, cifra que lo coloca numéricamente como el más importante, no así por lo que significa en el impacto de la vida de la persona, como puede ser uno cardíaco o algunos hepáticos, porque en estos casos del procedimiento depende la vida.
En cuanto a la insuficiencia renal crónica, “que es una de las patologías que se tratan con el trasplante de riñón, es muy beneficiosa para la calidad de vida del paciente y también para el país, porque económicamente es más costo-efectivo ese procedimiento que el tratamiento del órgano enfermo.
De todas formas, con una u otra acción, los pacientes pueden sobrevivir, porque cuentan con tratamientos alternativos como la diálisis (hemodiálisis o diálisis peritoneal)”, indicó la directora del Instituto Nacional de Donación y Trasplante de Células, Tejidos y Órganos, Milka Bengoechea.
En Uruguay se han efectuado más de 3.000 trasplantados de órganos y tejidos, aseguró la jerarca en entrevista con la Secretaría de Comunicación Institucional.
Es que se realizan alrededor de 140 trasplantes de riñón, 25 de hígado y 140 injertos de córnea al año, sumado a las intervenciones cardíacas y otros procedimientos. En total unas 600 personas se ven beneficiadas.
En términos comparativos con la región y el mundo, Uruguay está bien posicionado en esta materia.
En 2014 el país mostró las mejores cifras de América Latina, en relación a su población. Bengoechea advirtió que igual no se puede estar conforme del todo, dado que la lista de espera de uruguayos por un órgano o un tejido para mantener su vida o mejorar su calidad sigue siendo importante.
“La sociedad uruguaya es muy solidaria y el instituto y los equipos de trasplantes desarrollaron una actividad importante, pero siempre es insuficiente para las necesidades que se tienen”, reflexionó. Al año se registra una lista de espera que ronda los 1.200 pacientes.
“Tenemos un déficit entre lo que estamos dando y lo que se necesita”, agregó. “Esto es así acá y en cualquier lugar del mundo. Hay una diferencia entre la necesidad asistencial y lo que se logra trasplantar, pero esto no depende en nuestro país de una actitud de no solidaridad de la población.
La voluntad de donar
La primera ley de trasplantes se aprobó en Uruguay en 1971 y tenía lo que se llama “un modelo de consentimiento expreso”, es decir que para ser donante la persona debía expresarlo de modo expreso en ese sentido.
Si la persona que fallecía no tenía una expresión de voluntad escrita, se consultaba a su familia, que era la que definitivamente lo decidía.
“Esa situación es bastante compleja, porque implicaba que los familiares tuvieran que decidir en un momento tan crítico sobre la voluntad de otra persona”, dijo.
En 2012 se promulgó la Ley 18.968, que cambió el modelo de la donación por lo que se llama el “presunto”.
“Ahora todos los uruguayos somos donantes a no ser que hayamos expresado en vida que no queremos serlo. Se informa a la familia que la persona no tiene una expresión de voluntad negativa, por lo tanto a nivel de la legislación se considera que lo es”, explicó Bengoechea.
Añadió que la sociedad respondió muy bien a este cambio y que hay muy pocos casos de negativa familiar. También es poca la gente que a partir de la vigencia de la ley se movilizó para expresar su negativa a la donación.
“Aunque la norma estipule que todos somos donantes, es importante que el tema esté presente en la sociedad y que los uruguayos hablen a nivel de su núcleo familiar2, sostuvo la especialista.
“Los uruguayos pueden expresarse a favor de la donación, pueden firmar un consentimiento en vida confirmando que quieren ser donantes, porque permite que la familia, ante un hecho desgraciado, conozca la posición puntual de la persona sobre el tema”, aclaró.
“Es importante que el Instituto reciba información de las instituciones médicas sobre potenciales donantes, para que se pueda evaluar a ese donante, y que muchos receptores se puedan beneficiar de él”, abundó.
También se puede ser donante en vida de determinados órganos, como el riñón o médula ósea (tejido). En caso de órganos, se le puede donar a una persona relacionada biológicamente hasta cuarto grado o por familia política.
En el caso de las células progenitoras hematopoliéticas se puede formar parte de un registro de donantes voluntarios. Para eso se debe concurrir al Instituto, llenar un consentimiento y dejar una muestra de sangre para ser estudiada desde el punto de vista inmunogenético.
La persona es incorporada a una red mundial, que actualmente tiene más de 28 millones de donantes, y queda disponible por si en algún momento aparece un receptor que sea compatible para efectuar la donación.
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