La Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas declaró en 1954 la institución del Día Universal del Niño para fomentar el bienestar y la fraternidad entre los mismos, y el 20 de noviembre de 1959, se aprobó la Declaración de los Derechos del Niño, ratificada en 1989 por la Convención sobre los Derechos del Niño.
En tanta sucesiva declaratoria de las naciones a lo largo de las décadas, podría incluso decirse que la Convención sobre los Derechos del Niño, que cumple su primer cuarto de siglo, es el tratado internacional de derechos humanos más ratificado por los países.
En sus bases establece los derechos de los niños relativos a la vida, a la salud, a la educación y a jugar, así como el derecho a la vida familiar, a estar protegidos de la violencia, a no ser discriminados y a que se escuchen sus opiniones.
Durante la Cumbre del Milenio, del año 2000, entre los llamados Ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio, seis de ellos referían directamente a los niños, pero muy poco se ha cumplido de lo formulado como expectativa para llevar a cabo antes de 2015.
Lo único que los niños tienen son sus derechos
“Lo único que todos los niños tienen en común son sus derechos. Todo niño tiene derecho a sobrevivir y prosperar, a recibir una educación, a no ser objeto de violencia y abusos, a participar y a ser escuchado. Se trata de derechos humanos innatos, tan inalienables como los de los adultos”, ha dicho en su mensaje para la ocasión el Secretario Genera de ONU, Ban Ki-moon.
El funcionario apuntó que si bien la Convención que cumple 25 años es la que mayor número de ratificaciones de países tiene, “no podemos decir que los derechos de todos los niños se ejercen cuando, a pesar de nuestro progreso, unos 6,3 millones de niños menores de 5 años de edad murieron en 2013, en su mayoría por causas prevenibles; cuando 168 millones de niños de 5 a 17 años de edad participaron en distintas formas de trabajo infantil en 2012; cuando el 11% de las niñas se casan antes de cumplir 15 años”.
Remarcó finalmente que para cumplir con el horizonte firmado por todos es imprescindible alcanzar “soluciones innovadoras, un importante aumento de los recursos y la voluntad política para invertir en los niños y hacer que su bienestar ocupe el centro de la agenda política, económica y social”.
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