BBC Mundo, Ciudad de México
Hace año y medio, cuando la todopoderosa líder sindical de los maestros, Elba Esther Gordillo, fue defenestrada por el actual gobierno y acusada de desvío de recursos y delincuencia organizada, todas las miradas se posaron en otra figura sindical fuerte: Carlos Romero Deschamps, dirigente de los trabajadores petroleros organizados.
La pregunta era la misma: ¿Es el que sigue?
En los medios abundaron pedidos para que se le investigara por supuesta corrupción y enriquecimiento ilícito y se repitieron las historias sobre su lujoso tren de vida y el de sus hijos.
Romero Deschamps -quien también es senador por el gobernante Partido Revolucionario Institucional, PRI- sobrevivió, pero especialistas creen que tanto su destino como el del sindicato de Petróleos Mexicanos (Pemex) que preside no será el mismo después de la reforma energética que esta semana entró en vigor.
En la mira
La historia del sindicato de Pemex está íntimamente unida al de la empresa estatal. Fundado en 1935, una huelga en 1938 fue una de las excusas utilizadas por el entonces presidente Lázaro Cardenas para nacionalizar -después de varios intentos- la industria petrolera mexicana.
Pero de ser un símbolo de nacionalismo, el sindicato ha pasado a convertirse -ante los ojos de muchos- en estereotipo de los males que aquejan al sindicalismo mexicano: corrupción, privilegios y derroche, falta de transparencia y alianzas de conveniencia con el poder, en especial con el PRI.
Por eso, desde diferentes lugares se pedía que se aprovechara la reforma para hacer cambios profundos en el sindicato. Uno de esos lugares fue la revista británica The Economist, que en un artículo del 4 de agosto, decía que prueba de la seriedad del gobierno en su intento de modernizar a Pemex se vería en cómo enfrentaba los "flagrantes excesos del sindicato".
La revista, sin embargo, reconoce que, tal vez desde 1989, cuando el antecesor de Romero Deschamps, Joaquín Hernández Galicia, fue detenido por soldados armados con bazucas, el sindicato no se encontraba ante tal asedio.
Alfonso Bouzas, investigador de la Universidad Nacional de México (UNAM), especialista en temas económicos, laborales y sindicales, dijo a BBC Mundo que el sindicato fue prácticamente excluido de todo el proceso que culminó con la reforma energética.
"No solo se le limitó, sino se le excluyó. Una particularidad que tenía el sindicato de petróleos era que siendo empresa de Estado y habiendo jugado un papel importante en la explotación petrolera, habían sido un personaje de significativa importancia durante algunas décadas en la vida del sector".
Eso, asegura, empezó a cambiar paulatinamente con la llegada de Carlos Romero Deschamps a la presidencia del sindicato.
Pasivo laboral
A pesar de ser senador, Romero Deschamps no tuvo una participación destacada en la discusión de la reforma. Quien sí intervino fue el tesorero del sindicato, Roberto Aldana -también senador por el PRI- quien intentó presentar una reserva a la legislación secundaria que buscaba que, a cambio del que el Estado asumiera el pasivo laboral de Pemex, se debía reformar el último contrato colectivo negociado por el sindicato.
El senador fue abucheado incluso por sus compañeros priistas.
El enorme lastre laboral que arrastra Pemex se convirtió en uno de los grandes temas de la discusión de la reforma. Su deuda -a marzo de 2013, según Forbes, era de US$60.000 millones, la cual casi se dobla si se le agregan los pasivos laborales. Pemex tiene unos 95.000 jubilados, a los cuales pagó 35.000 millones de pesos (US$2.664 millones) el año pasado.
La petrolera estatal cuenta en la actualida con una planta de casi 150.000 trabajadores, la mayoría sindicalizados.
El gobierno se comprometió a incorporar buena parte de ese pasivo a la deuda nacional.
Según escribió columnista del diario El Financiero Enrique Quintana, "la condición es que en el plazo de un año luego de la entrada en vigor de la nueva ley, las empresas y sus sindicatos negocien cambios en los contratos colectivos con objeto de que haya un ajuste gradual en las condiciones de jubilación de los trabajadores en activo y un régimen basado en ahorro individual para quienes serán contratados por vez primera".
Para el investigador de la UNAM, la decisión que se tomó en torno a los pasivos "es una desvergüenza. Hay que asumirlo: el país, la clase política, la administración pública ha vivido décadas gracias a la forma como se ha sangrado al sector petrolero. Ahora trasladar los pasivos del sector a la sociedad es una desvergüenza tremenda".
"Los beneficiados van a ser, en concreto, empresas y sobre todo empresas extranjeras. Que reciben los recursos limpiecitos y no tienen que responder, en forma alguna, por la realidad histórica que se generó".
El futuro
Una de las primeras decisiones tomadas durante la discusión de la reforma fue excluir al sindicato del Consejo de Administración de la empresa, lo que claramente reduce su influencia en las decisiones centrales de la petrolera.
Con todo lo que ha ocurrido, ¿qué le reserva el futuro al sindicato de Pemex?
Alfonso Bouzas: "Seguramente en el futuro van a minimizar el sindicato de trabajadores petroleros y seguramente también, con la creación de nuevas empresas, se dará paso a otras opciones sindicales o en una de esas ni siquiera van a tener esa posibilidad -aunque la tengan formalmente-, dadas las condiciones de sus contratos".
"Es decir esta modernización, esta reconversión, esta privatización del sector energético implica quitar fuerzas al actor social sindical, trabajadores organizados", indicó para BBC Mundo.
Bouzas cree que es algo que ya está sucediendo, no solo con el petrolero, sino con otros sindicatos en México, como los de la educación y las telecomunicaciones.
"En el supuesto de que creciera una vida sindical, se va a optar desde el aparato de gobierno por sindicatos de empresa y esa va a ser una forma que en el caso de los petroleros, se le quite fuerza al sindicato: creando tres, cuatro. Diez. O más si son necesarios. Según las firmas que inviertan, que se establezcan en México".
Como sea, el sindicato petrolero estatal que surja de esta reforma será muy distinto al que tenía Pemex en 1938. Y probablemente al que ha tenido en las últimas décadas.
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