Con el arte y la cultura como propulsores de cambio, El Bajo es un proyecto de revitalización urbana de una zona antigua de la Ciudad Vieja que busca retomar su esplendor a través de un circuito de propuestas
La escena se repetía noche a noche en una Ciudad Vieja de hace muchos años. Ellos llegaban de sus travesías en alta mar y ellas inmediatamente los amaban. En el momento en que debían despedirse, ellas ya esperaban a sus nuevos amantes. Ellos solían ser marineros y ellas prostitutas. Ese baile que mezclaba amor y negocios se daba todas las noches, con la estiba –la técnica de colocación de la carga de un buque– en pleno funcionamiento.
Al menos así lo relatan algunas de esas meretrices que todavía hoy viven allí recordando sus años mozos. Sus testimonios forman parte de la pieza documental El Bajo: antes y después. El video, disponible en YouTube, es solo un pequeño fragmento de un proyecto urbano que cobró su mayor visibilidad en 2014.
El Bajo es un programa de revitalización de una zona de la Ciudad Vieja, centrada en la intersección entre las calles Juan Carlos Gómez y Piedras, El objetivo es hacer resurgir su valor histórico, social, cultural y patrimonial. Esa esquina y sus alrededores buscan configurar un nuevo eje artístico para el barrio, a través de las propuestas de siete proyectos nucleados a pocos metros de separación uno de otros.
Hasta ahora, el proceso que comenzó hace menos de una década se ha estado desarrollando de forma lenta. Sin embargo, gracias a actividades de gran alcance público como el Día de Patrimonio o Museos en la Noche, miles han comenzado a preguntarse sobre el origen, presente y futuro de El Bajo.
Una noche eterna
Durante las primeras décadas del viejo siglo, la zona era un destino asegurado de los extranjeros que llegaban a Montevideo a través del puerto. Entonces, la vida nocturna de El Bajo –conformada por una fórmula imbatible de bares, música y mujeres– empezaba a las cinco de la tarde y no conocía su final hasta el otro día.
Principalmente, eran los marineros y militares quienes frecuentaban estas calles, ya que el puerto, que no contaba con las grúas de hoy, tenía un mayor flujo de trabajo gracias a la estiba que necesitaba de cientos de trabajadores tan solo para descargar el contenido de un barco.
El Mónaco, El Timón, El Nidito, El Macao, El Ancla, El Universal, El Moulin Rouge y El Pirate eran solo algunos de los boliches, cercanos a una impronta de cabaret digna de París, que conformaban el escenario nocturno y lo transformaban noche a noche en una zona roja.
Según cuentan en El Bajo: antes y después algunos vecinos y negociantes que todavía habitan allí, con el pasar de los años el aumento de la droga en las calles, de los robos y de una mayor sensación de inseguridad en toda la Ciudad Vieja llevaron a que los negocios, boliches y casas fueran cerrando sus puertas y apagando sus luces.
Nuevo brillo
Más cerca del siglo XXI, el barrio volvió a cambiar. La Ciudad Vieja es uno de los lugares más visitados por los turistas que arriban a Uruguay. El interés de inversores privados y el trabajo del Municipio B han apuntado al mejor funcionamiento de los restaurantes, bares, museos, teatros y comercios del lugar.
Entre los primeros proyectos de El Bajo se encuentra reflotar la Casona Mauá, una construcción histórica ubicada sobre Juan Carlos Gómez perteneciente al barón y vizconde de Mauá, que hoy funciona como un centro de eventos y exposiciones.
Según explicó la gestora cultural y artística de Casona Mauá, Martina Capó, tras un reciclaje de dos años de la edificación, se comenzó a trabajar en un anclaje de la zona para vitalizar el barrio.
A fines de 2013, se convenció a un grupo de inversores uruguayos y extranjeros, dueños de diferentes inmuebles en la zona, de abrir las puertas cerradas de sus edificios, que se encontraban en estado de deterioro.
“Se decidió tomar a la cultura como motor de desarrollo de la zona y abrir esas casas cerradas y hacer préstamos a diferentes proyectos para que las utilicen como espacios culturales con programación definida”, indicó Capó.
La contrapartida de este préstamo gratuito requiere el mantenimiento y acondicionamiento de las casas por parte de quienes las utilicen, así como la generación de contenidos culturales y una vinculación marcada con el proyecto de vitalización global del barrio.
Hoy, además de Casona Mauá, son seis los proyectos que conforman oficialmente El Bajo. A medida que en 2014 se realizaron los diferentes contratos de comodato, también se intentó generar propuestas que involucraran a los vecinos de la zona, explicó Capó.
El fruto de este trabajo se vio mayoritariamente durante dos eventos. La primera vez fue durante el fin de semana del Día de Patrimonio, el 4 y 5 de octubre de 2014, cuando miles de personas circularon por las casas, intrigados por el circuito poco conocido hasta entonces.
La segunda instancia se realizó durante la décima edición de Museos en la Noche, en la que se iluminó especialmente las fachadas de las edificaciones. Entonces, más de 2.000 personas recorrieron El Bajo y cientos terminaron coreando una canción de Abba, gracias a la presencia de la Banda de Parada de la Armada Nacional.
Lo que se viene
En 2015, el objetivo es ofrecer una programación diferente cada mes, en la que todas las casas abren en simultáneo bajo la curaduría de una de ellas. La primera fecha será el 18 de abril como apertura de El Bajo y también se consideran eventos junto al colectivo Ronda de Mujeres para mayo y una fecha enfocada en las artes teatrales para junio.
Con el objetivo de incentivar la vivienda en la zona, trabajar en las veredas y fachadas y generar nuevos espacios verdes, se espera que el barrio reviva al retomar su color.
Las casas del bajo
Casona Mauá
Construida en la década de 1870 y dotada de una protección patrimonial arquitectónica, la Casona Mauá fue una de las propiedades utilizadas como residencia del barón y vizconde de Mauá en sus viajes a Uruguay. Tras un proceso de dos años de restauración, hoy funciona como un centro de eventos y exposiciones en el casco histórico de la Ciudad Vieja. Dirección: Juan Carlos Gómez 1530.
Casa Wang
Casa Wang funciona como un taller y sala de exposiciones de un grupo de artistas locales independientes. Allí conviven ilustradores, muralistas, pintores y diseñadores, entre los que participan Zësar, Kaniche, Colectivo Licuado, JuLucas Butler y Gastón Castagnet, entre otros. Dirección: Juan Carlos Gómez 1538.
Casa Mario
El establecimiento resurge desde Casa Mario, una marroquinería histórica del barrio. Hoy es un proyecto que desarrolla la producción artística en colaboración y la elaboración de curadurías colectivas. Esta enmarcado en la investigación “Modos de hacer colectivo en el arte uruguayo”, financiado por la Comisión Sectorial de Investigación Científica y la Universidad de la República. Dirección: Piedras 627-629.
Casa Ñandú
Inicialmente albergó Ñandú Music Factory, una plataforma para talleres y presentación de bandas locales. El proyecto se mudó, pero Casa Ñandú sigue funcionado como cuna de artistas nacionales. Dirección: Juan C. Gómez esq. Piedras.
Casa Gómez
Dentro de El Bajo es una de las casas que cuenta con una vasta colección privada de arte contemporáneo, pero que también ha albergado sesiones musicales, con artistas como Tatita Márquez. Hoy en día realiza noches de electrónica y también funciona como bar. Dirección: Juan Carlos Gómez 1539.
Laboratorio de cine - Fac
El Laboratorio de Cine Artesanal 16 mm de la Fundación de Arte Contemporáneo se propone retomar la tradición del cine experimental de la ciudad de Montevideo al intentar rescatar el cine hecho a mano y manejar diferentes formatos analógicos. Dirección: Piedras 631.
Ensayo abierto
Se trata de un espacio de trabajo multidisciplinario artístico que busca abordar diferentes expresiones del ámbito teatral. Allí se realizan obras en construcción y talleres de expresión. Dirección: Piedras esquina Juan C. Gómez.
http://www.elobservador.com.uy/
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