En los homenajes, como en otros contextos, los lugares comunes suelen ser útiles para expresar, justificar y argumentar de manera genuina. El temor expresado ayer por los oradores era que las palabras no alcanzaran, no fueran las justas o no estuvieran a la altura de las circunstancias. En cualquier caso, todas las palabras tuvieron una clara intención: retribuir a Belela Herrera. Ella desistió de las suyas, las que había llevado escritas. Simplemente agradeció y, pese a la timidez que la caracteriza, se dejó abrazar.
Belela Herrera Sanguinetti nació en Montevideo y es profesora de inglés. Durante su niñez residió en el Prado y posteriormente en Pocitos. En la década del 70 viajó a Chile como esposa del entonces embajador de Uruguay César Charlone, junto a sus cinco hijos.
En 1973 comenzó a formar parte del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, donde permaneció 15 años, pero nunca se desvinculó. Participó en misiones encomendadas por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la Organización de los Estados Americanos (OEA) en Sudáfrica, Haití y El Salvador. Integró la Comisión de Relaciones Internacionales del Frente Amplio y la Comisión Pro Referéndum por el voto verde. En 1995 asumió como directora de Cooperación y Relaciones Internacionales de la Intendencia de Montevideo y cinco años después fue designada por Tabaré Vázquez como subsecretaria de Relaciones Exteriores.
“Fue la primera mujer y la única en ocupar [el cargo]. Alguien como Belela resume un trabajo y un compromiso permanente con la política exterior que excede mucho los cargos que el país le ha confiado. Todo su trabajo trascendió cualquier cargo que ha tenido”, resaltó el canciller Luis Almagro.
La docente
Para Almagro las dotes de pedagogía que caracterizan a Belela, trascendiendo su título de profesora, caracterizaron también su liderazgo. Este costado fue destacado de forma explícita por el canciller, pero atravesó también otras intervenciones. Formó parte del anecdotario de Juan Raúl Ferreira, presidente de la Institución Nacional de Derechos Humanos y Defensoría del Pueblo (INDDHH). “Íbamos los dos solos en mi auto y mi auto se transformó en un aula. Iba cada vez más despacio para aprovecharla todo lo que podía. Pero cuando llegó el momento en que le dije: ‘¡Qué maravilla las cosas que estás diciendo!’, se puso tan mal que tuve que acelerar y llegar rápido a destino”, relató. Y también de las apreciaciones de John Biehl, representante de la OEA: “Como has enseñado con tu alma de maestra, ningún grupo político ni movimiento social, nadie que sea sólo parte de la humanidad, puede arrogarse la bandera de los derechos humanos”.
Así
El Tributo a Belela Herrera se realizó en el anfiteatro de cancillería en el marco de la reunión de expertas de la Comisión Interamericana de Mujeres (CIM-OEA) sobre derechos de las mujeres en las políticas públicas. Fue respaldado y convocado por varias instituciones: el Ministerio de Relaciones Exteriores, el Inmujeres, el INDDHH y el IIDH.
El ser humano
“Belela abraza, abrazó y abrazará siempre las causas nobles de la humanidad. Aquellas que nunca han de conocer la derrota pero por las que jamás se puede dejar de luchar. […] Parte de su vida corresponde a uno de los momentos más duros de nuestra América Latina”, continuó Biehl. Durante su estadía en Chile, Belela salvó la vida de muchísimas personas de lo que hoy conocemos como Plan Cóndor. Entre ellas a los 58 uruguayos capturados en el país andino y detenidos en el Estadio Nacional. Esta labor se concretó junto al diplomático sueco Harald Edelstam.
“Es una militante incansable por el derecho de las personas, su militancia de ayer es parte sustancial en las conquistas de derechos humanos de hoy. Belela es sinónimo de tesón, humanidad, inteligencia. Es sinónimo de vanguardia. Su pensamiento y aporte es una de las luces más brillantes de los avances pioneros en el Uruguay y en nuestra Latinoamérica”, enumeró Almagro.
“Esta mujer, siempre que hay avances en temas raciales, tiene la deferencia de mandarme un mensajito. Esos pequeños detalles hacen a las grandes cosas que Belela ha hecho”, rescató Beatriz Ramírez, directora del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres). “Te aseguro, Belela, que somos muchos más de las que organizamos este tributo y de los que estamos en esta sala. Las redes y los mails arden de saludos que llegan de muchos países porque simbolizas como nadie el paisito, y también la defensa de los derechos humanos en América Latina con un Perico Pérez Aguirre, con un Roberto Garretón, con una Estela de Carlotto, con una Luisa Cuesta”, le dijo Soledad García Muñoz, representante del Instituto Interamericano de Derechos Humanos (IIDH).
La mujer, la tora
Ramírez fue la que lo dijo de la manera más directa: “Es una gran mujer uruguaya, de importancia para hombres y mujeres”. Pero también desde ese lugar recibió tributos. “Es una inmensa profesional. Ha sido profesional en ambientes que aún lamentable y absurdamente parecen ser tierra de hombres. En estas arenas se distinguió con valentía y liderazgo”, aseguró Almagro.
“Resulta simbólico que este tributo se haga en este marco [ver recuadro]. Estamos cerca del 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres, que tú también representas. No te consideras necesariamente una feminista. Yo te aseguro que lo eres, tanto de pensamiento como por lo más importante: gracias a mujeres como tú, disfrutamos hoy de los avances que tenemos en este camino irrenunciable hacia la igualdad que está llamada a beneficiar a la sociedad en su conjunto, porque los derechos humanos de las mujeres son una causa de la humanidad toda. Mujeres como tú demuestran que de veras eso de que somos el sexo débil es una de las mentiras más grandes que se pueden decir. Belela ser humano, mujer, hermana, madre, abuela, defensora, diplomática, política, funcionaria internacional, amiga, puente. Tora. Hoy sabemos que también eres tora”, concluyó García Muñoz.
El escritor Eduardo Galeano quiso “estar, sin estar, estando” y envió unas líneas para Belela: “No puedo estar ausente en este acto de justicia, donde tan escasas como excepcionales son las pruebas de que la justicia existe. Belela es un símbolo de esa persistencia contra viento y marea. […] El buen toro de lidia se crece en el castigo, según escuché decir en tierras ibéricas; y mucho más se crece cuando el toro resulta ser tora, hembra más valiente y porfiada que todos los machos juntos”.
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