miércoles, 1 de octubre de 2014

Con un show íntimo, Sabina declaró su amor al "paisito"


Entre confesiones de su afición por Peñarol, el recuerdo de la última vez que estuvo en Uruguay (y el incidente con el cigarro dentro de un espacio cerrado), la puesta en escena, no sólo de su música, sino también de sus dibujos; Joaquín Sabina dio inicio a su serie de conciertos en Uruguay.
Por Belén González
Con entradas agotadas desde hace varios meses, el cantautor español abrió el ciclo de seis conciertos en el Auditorio Nacional Adela Reta a sala llena, en el marco de la gira "500 noches para una crisis". 

A 15 años de la edición del disco "19 días y 500 noches", el trovador español llegó a Uruguay para dar una serie de conciertos de carácter más íntimo para que sus espectadores puedan verlo, por primera vez en mucho tiempo, en la comodidad de una butaca.

El concierto de más de dos horas recorrió de manera íntegra este disco de Sabina, quien explicó los motivos de resucitarlo luego de más de una década. Según contó a medio argentinos, ese trabajo marcó un antes y un después en su vida. "Dejé de consumir algunas sustancias inadecuadas, tuve un ictus -un accidente cerebral bastante serio que por suerte no dejó secuelas-, me enamoré de la misma mujer con la que sigo quince años después, lo que en mí es un récord Guinness y dejé una especie de testamento, porque me parecía que 50 años era una edad mucho mayor a lo que yo hubiera pensado llegar nunca".
Las frases de Sabina en su primera noche montevideana


Luego de superada la enfermedad contó que se hundió en una gran depresión. No quería ver a nadie, no salía de su casa. 

Pero finalmente salió. Y no solo lo hizo de su casa, si no que se cruzó hasta acá para demostrar que, a pesar de sus 65 años, su fama de borracho y mujeriego sigue encantando a varias. Incluso por momentos, uno lo mira bien, y todavía cree que le queda algo de romántico.


Ahora que...

Pasadas las 9 de la noche de este martes, el español ingresó al escenario vestido con un traje verde y su singular bombín.

El repertorio recorrió casi en orden perfecto las canciones de "19 días y 500 noches" y se dio el lujo de agregar temas como "Y nos dieron las diez", "Y sin embargo" (que parecía ser el cierre perfecto, con un auditorio de pie y coreando a la par), "Princesa", "Contigo" y "Pastillas para no soñar". 

No dejó pasar oportunidad para hacer mención al fútbol. Con "Dieguitos y "Mafaldas" confesó que era hincha de Peñarol, y en medio de la canción improvisó uno de los versos con la reciente situación de Suárez: "Le toca a Suárez morder el balón".
En el escenario también ubicaron una pantalla que proyectaba dibujos realizados por el propio Sabina cuando estaba sumergido en la creación del disco. La mayoría, retratos de mujeres desnudas o semi-desnudas, algunas amantes, o simplemente sus musas.

Lo acompañaban en el escenario Josemi Sagasti en saxo, teclados, flauta, percusión y clarinete; Jaime Asúa (ex integrante de la banda española Alarma!!!) en guitarras y coros;Mara Barros también en coros y percusiones (una voz imponente que se lució sobre el final con "La canción de las noches perdidas"); Pedro Barceló en batería; Antonio García de Diego en teclados, guitarras y coros, y Pancho Varona, quien desde los '80 es su fiel escudero, en bajo, guitarras y coros.

Un adiós que quizás maquilla un hasta luego…



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