Cierran fábricas, suben los costos y hay pérdidas por US$ 13.000 millones en Liberia, Sierra Leona y Guinea
El miedo que provoca el ébola paraliza el desarrollo de los estados africanos afectados, transformando una epidemia en un instrumento de guerra económica contra países que se cuentan entre los más pobres del planeta, según dirigentes y expertos. Aunque tal vez los casos de enfermos más conocidos sean los contados que se registran en Europa y Estados Unidos, en África ya hubo más de 4.000 muertos y 8.000 contagiados. Y a la crisis humanitaria le sigue la económica.
La semana pasada el Banco Mundial organizó una cumbre para evaluar el impacto de la epidemia en los países del oeste africano y allí se conocieron los primeros efectos en Liberia, Guinea y Sierra Leona, las naciones donde vivía el 99,7% de los contagiados. Según los cálculos de la agencia de la ONU para el Desarrollo (PNUD), estos ascienden a US$ 13.000 millones y las consecuencias seguramente seguirán presentes hasta dentro de 10 años.
La cifra resulta más elevada si se entiende que los tres países juntos aportan apenas 1% al PIB del total de África, por lo que se trata de zonas muy empobrecidas. De hecho, el riesgo de que el brote se extienda a Nigeria, Costa de Marfil o Senegal llevaría los costos a US$ 32 mil millones como mínimo.
El ministro de Finanzas de Sierra Leona, Kaifala Marah, utilizó una frase gráfica para exponer la situación en la que se encuentra su país: “La epidemia produce los mismos efectos que un embargo económico porque nos aísla. Hemos perdido todo lo que habíamos conseguido”, comentó el fin de semana.
De acuerdo con un reciente informe del PNUD, en ese país se interrumpió la producción y el comercio de alimentos y otros bienes, cerraron empresas y ya es imposible que miles de personas accedan a atención médica. La agricultura, minería, construcción y servicios se cuentan entre los sectores más afectados.
Según una encuesta de la organización de Naciones Unidas para la agricultura y la alimentación (FAO), en Sierra Leona el 47% de la población consideró que la epidemia “perjudicaba mucho sus actividades agrícolas”.
En la capital –Freetown– una de las consecuencias más visibles del brote es el cierre de casi todos los bares, restaurantes y discotecas. No se trata solo de que no hay lugares para la diversión: la cervecería más grande del país redujo sus operaciones y 24 mil personas perdieron su empleo. Apenas un ejemplo de un rubro concreto.
En Liberia la presidenta Ellen Johnson Sirleaf confió que en su país se interrumpió el programa de desarrollo a causa de la epidemia. Las agencias de prensa internacionales resaltan que el sábado pasado la mandataria visitó una zona en el este del país y le pidió a la gente “luchar para acabar con el virus” para poder retomar la construcción de una carretera, suspendida debido a la evacuación de trabajadores extranjeros.
Otras empresas decidieron detener sus inversiones previstas. Es el caso del gigante petrolero estadounidense ExxonMobil, que a principios de octubre informó que posponía la exploración de un pozo petrolero en Liberia debido a “la seguridad, la salud y los problemas logísticos vinculados al ébola”, y que había restringido “los viajes no indispensables hacia los países afectados” para sus empleados.
Medidas similares fueron aplicadas en los países limítrofes. En agosto el grupo minero británico Randgold aconsejó a sus empleados no viajar a las zonas afectadas y pidió a los subcontratantes que no llevaran empleados de aquellos lugares a las minas de oro explotadas en Mali y Costa de Marfil.
Más radical aún, la compañía aérea British Airways dejó de volar a Sierra Leona y Liberia. “Las empresas frenan su crecimiento o cierran. La gran industria dejó de construir fábricas. Las obras de infraestructuras se aplazan”, explicó a la AFP el economista liberiano Samuel Jackson.
El precio de las dos principales materias primas producidas en Liberia, el caucho y el mineral de hierro, está bajando, mientras que los precios de las importaciones (el 90% de los bienes consumidos) se disparan.
Según Edward George, jefe del grupo de investigación de la compañía Ecobank en Guinea, Liberia y Sierra Leona, “no ha habido desinversiones masivas y repentinas, sino más bien una reducción de todas las operaciones, todo el mundo suspende sus nuevas inversiones”.
Los precios se disparan
“Estamos cerca del 0% de ocupación, para ser sinceros”, confesó a la AFP Moussa Sow, la propietaria senegalesa de un hotel de 50 habitaciones en Conakry, Guinea, donde hay apenas unos pocos clientes, “unos senegaleses que ni siquiera consiguen pagar porque cerraron las fronteras”.
La agricultura y, por tanto, la seguridad alimentaria están amenazadas, según la organización de Naciones Unidas para la agricultura y la alimentación (FAO). El hambre avanza, siguiendo la estela de la enfermedad porque, como en las anteriores epidemias mundiales, los precios alimentarios se disparan.
En la provincia de Lofa, “granero” de Liberia, los precios de los productos de base habían aumentado de 30% a 75% desde agosto. Y en Monrovia, capital del país, el precio de la mandioca aumentó 150%. Allí muchas familias dedican el 80% de sus ingresos a la comida.
http://www.elobservador.com.uy/noticia
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