jueves, 13 de noviembre de 2014

Etchegaray y el águila del Graf Spee: "Quiero que se exhiba"

El águila de bronce pertenece al Graf Spee, barco alemán que se hundió en Montevideo en el año 1939, en los comienzos de la Segunda Guerra Mundial. Su exhibición se ha visto demorada por la disputa que mantienen Alfredo Etchegaray, empresario que rescató la pieza, y el Estado uruguayo, que todavía no definió qué hará con el 50% del águila que le corresponde.



El empresario obtuvo los permisos del Estado para rescatar los restos del buque alemán. Entonces, contrató buzos que finalmente rescataron en el año 2006 el imponente águila de bronce nazi de la popa del Graf Spee, una pieza que pesa unos 350 kilogramos. Actualmente, se encuentra en el Museo Naval de la Armada.
Según comentó Etchegaray, “queremos que se exhiba, pero está en un cajón en un galpón de la Naval”, dijo en una entrevista con El Espectador. Por lo que la exhibición se podría dar siempre y cuando respete un espíritu “académico e histórico”. 
La Suprema Corte de Justicia “reforzó que hay un derecho compartido en el beneficio, entonces si el Estado quisiera donarla primero tiene que comprar la otra parte”, indicó el empresario.
El interés de Etchegaray comenzó en 1980 cuando en Sevilla, España, visitó el Archivo General de Indias e investigó “la historia de unos mil naufragios en el Río de la Plata”, accidentes concentrados en las costas uruguayas.
El permiso para el rescate de las piezas del Graf Spee llevó 10 años de “papeles”, un período durante el cual formó un equipo de investigación, buzos y arqueólogos. 

Los rescates, enfatizó, “son operaciones de riesgo”, en el nivel económico y humano. En ese sentido, y en referencia a la disputa por el pago tras el rescate del águila, señaló que “esto es como si estuviera comprando números de lotería, pero cuando finalmente después de seguir un número durante 40 años, ganás, te dicen que el premio es tuyo, pero ellos deciden cuándo pagar”. Por ese motivo, Etchegaray exige que se cumpla el derecho constitucional que lo ampara.
Consultado por el interés del Estado, el empresario indicó que tras “muchas reuniones (…) todo queda en el pantano de la burocracia estatal”.
Las opciones son “claras”: en primer lugar, el Estado puede “llevarla a una subasta pública internacional”; en segundo lugar,  “puede igualar la mejor oferta, quedarse con el águila y exhibirla”; una tercera alternativa sería “hacer una copia para que el Museo Naval, que tiene problemas de seguridad, pueda tenerla en forma permanente”.

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