Los relojes se adelantarán una hora en la madrugada del domingo que viene -a las dos serán las tres-, un cambio que afecta más a los ancianos, a los niños y a las personas que se acuestan más tarde y no suelen madrugar.
Según lo que establece un decreto emitido en 2006, el primer domingo de octubre de cada año se deberá adelantar una hora en los relojes de los uruguayos a partir de las 2 de la madrugada.
Lo que se busca con esto es generar condiciones que conduzcan a un ahorro de energía y una mejora en el factor de carga diario, así como el desplazamiento del pico del consumo del verano.
De acuerdo a cifras de la Dirección Nacional de Energía, el año pasado se logró ahorrar unos 10 millones de dólares con el cambio de horario.
Pero los efectos del cambio horario en el cuerpo se sufren los primeros días, sobre todo en el sueño.
Durante los tres o cuatro primeros días del nuevo horario podrá ser habitual la sensación de cansancio y habrá más dificultad para irse a la cama como consecuencia de la alteración del reloj biológico.
El cambio de horario es como un pequeño jet lag.
Los madrugadores serán los que mejor se adapten a dormir una hora menos, ya que no tienen tanta inercia de sueño y se activan antes.
Les afecta muy mal a los vespertinos, se les quita una hora más para dormir. Las personas que se acuestan tarde y no suelen madrugar tienden a estar más cansados los primeros días.
El adelantar una hora en el reloj biológico para compensar la pérdida de sesenta minutos por el cambio horario también repercute en el apetito, pues el reloj del tracto debe adaptarse y el hambre llega según el horario antiguo.
Este cambio afectará también de forma especial a los niños, sobre todo a los menores de cinco años, y a los ancianos.
En el caso de las personas mayores se debe a que suelen tener ya una cierta alteración del ciclo sueño/vigilia y no tienen sincronizadores sociales como ir al trabajo, que favorecen la adaptación a la nueva hora.
En cuanto a los niños, si bien a unos les afecta más que a otros, por lo general, durante cuatro días tendrán menor capacidad de aprendizaje y estarán más irritables (sobre todo los lactantes), ya que su sistema hormonal es inmaduro.
La solución para los padres es iniciar el cambio de forma paulatina los días previos, y así la adaptación del menor será más suave, recomiendan los especialistas.
Una recomendación que también sirve para los adultos es fraccionar la hora de diferencia adelantando los días previos las rutinas unos quince minutos de forma progresiva.
Lo que se busca con esto es generar condiciones que conduzcan a un ahorro de energía y una mejora en el factor de carga diario, así como el desplazamiento del pico del consumo del verano.
De acuerdo a cifras de la Dirección Nacional de Energía, el año pasado se logró ahorrar unos 10 millones de dólares con el cambio de horario.
Pero los efectos del cambio horario en el cuerpo se sufren los primeros días, sobre todo en el sueño.
Durante los tres o cuatro primeros días del nuevo horario podrá ser habitual la sensación de cansancio y habrá más dificultad para irse a la cama como consecuencia de la alteración del reloj biológico.
El cambio de horario es como un pequeño jet lag.
Los madrugadores serán los que mejor se adapten a dormir una hora menos, ya que no tienen tanta inercia de sueño y se activan antes.
Les afecta muy mal a los vespertinos, se les quita una hora más para dormir. Las personas que se acuestan tarde y no suelen madrugar tienden a estar más cansados los primeros días.
El adelantar una hora en el reloj biológico para compensar la pérdida de sesenta minutos por el cambio horario también repercute en el apetito, pues el reloj del tracto debe adaptarse y el hambre llega según el horario antiguo.
Este cambio afectará también de forma especial a los niños, sobre todo a los menores de cinco años, y a los ancianos.
En el caso de las personas mayores se debe a que suelen tener ya una cierta alteración del ciclo sueño/vigilia y no tienen sincronizadores sociales como ir al trabajo, que favorecen la adaptación a la nueva hora.
En cuanto a los niños, si bien a unos les afecta más que a otros, por lo general, durante cuatro días tendrán menor capacidad de aprendizaje y estarán más irritables (sobre todo los lactantes), ya que su sistema hormonal es inmaduro.
La solución para los padres es iniciar el cambio de forma paulatina los días previos, y así la adaptación del menor será más suave, recomiendan los especialistas.
Una recomendación que también sirve para los adultos es fraccionar la hora de diferencia adelantando los días previos las rutinas unos quince minutos de forma progresiva.
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