El Dr. Franz Freudenthal con uno de sus pacientes. Sus dispositivos para cardiopatías congénitas son exportados a muchos países del mundo.
La pasión del cardiólogo boliviano Franz Freudenthal hace posible lo aparentemente imposible.
Su vocación por salvar la vida de niños con cardiopatías congénitas lo ha llevado a convertirse en inventor y emprendedor, uniendo en los dispositivos que diseña elementos que nadie antes había combinado.
Freudenthal usa un metal inteligente desarrollado originalmente por militares en EE.UU, nitinol, y crea con él diminutos implantes de mm, tan sofisticados y delicados que sólo pueden ser fabricados a mano, con técnicas artesanales ancestrales de la comunidad indígena aymara de su país.
Los dispositivos de Freudenthal le valieron recientemente el premio Innovadores de América en la categoría ciencia.
"Existen los Oscar, los Emmy y los Globos de Oro. Pero no existía ningún premio dedicado a proyectos innovadores de latinoamericanos que cambian el mundo", señalan los organizadores del galardón, concedido cada año por el CAF, el Banco de Desarrollo de América Latina.
Uno de los integrantes del jurado, el Dr. César Cuello, dijo a BBC Mundo que "aproximadamente 500 niños son tratados cada mes con estos dispositivos en todo el mundo. Se exportan a Argentina, Perú, Alemania, Estados Unidos, Irak, Vietnam. Esto multiplica las posibilidades de salvar vidas en diversas partes del mundo".
"Cosas esenciales"
Una de las grandes inspiraciones de Freudenthal fue su abuela alemana, la Dra. Ruth Tichauer de Wrischinski (Konigsberg 1910- La Paz 1995), a quien solía acompañar en sus visitas médicas en Bolivia cuando era niño.
"Ella fue activista, médico y pionera en planificación familiar y en el tratamiento ambulatorio de la tuberculosis en la región", dijo el científico a BBC Mundo.
"Ella me enseñó que el sentido de la vida está en las cosas esenciales, como valorar el tiempo, la belleza de la naturaleza, y entre ellas al ser humano. No existe mejor esfuerzo que aliviar a un prójimo cuando más lo necesita"
Siendo estudiante de medicina en un hospital en La Paz, su ciudad natal, Freudenthal fue testigo de la muerte innecesaria de un recién nacido y sintió profundamente la necesidad de responder a este sufrimiento en forma creativa.
Comenzó a diseñar sus primeros dispositivos cuando era estudiante, y su trabajo le valió una beca de posgrado en Alemania, donde operó al primer niño en la década de los 90.
"El proceso de creación de los dispositivos me llevó una vida, a los 25 años tenía más de 20 ovejas tratadas y a los 29 tuve mi primer paciente, un niño inoperable con otro método. Ahora se implantan los inventos en casi todo el mundo".
Cardiopatías
Los dispositivos diseñados por Freudenthal corrigen una gran variedad de cardiopatías, entre ellas una denominada "persistencia del ductus arterioso".
"Cuando los bebés están dentro del útero respiran a través de los pulmones de la madre. Pero al nacer tienen que respirar con sus propios pulmones y debe haber muchos cambios", explicó el científico boliviano.
Uno de esos cambios es el cierre de una comunicación entre la aorta y la arteria pulmonar.
La comunicación, llamada ductus arterioso, debe cerrarse a pocas horas del nacimiento. Pero en algunos niños permanece abierto, algo que se conoce como "persistencia del ductus arterioso", señaló Freudenthal.
"El oxígeno es el estimulante más grande para que esa arteria se cierre y tenga una circulación normal. Aquí en La Paz, por la falta de oxígeno, a 4.000 mts sobre el nivel del mar, el problema es diez veces más frecuente que a nivel del mar".
¿Qué sucede en el caso de los niños en que esa comunicación no cierra?
"En los niños con persistencia del ductus arterioso la sangre oxigenada recircula hacia los pulmones y el corazón trabaja tres veces más de lo necesario".
"El niño no sube de peso, se cansa mucho al lactar y muere por una numonía. Erróneamente, muchas veces esta muerte se registra como muerte por infección respiratoria".
Metal con memoria
Los dispositivos inventados por Freudenthal permiten cerrar u ocluir el ductus arterioso.
Los implantes, que tiene formas muy variadas, están hechos de alambre de nitinol, una aleación de níquel y titanio descubierta en EE.UU. en investigaciones de materiales para submarinos hace medio siglo.
El nitinol no sólo es un metal que no se corroe, sino que tiene memoria.
"Esto significa que configuramos el implante fuera del paciente, lo introducimos por un catéter muy delgado lo empujamos y cuando llegamos al lugar, gracias a la memoria del metal, el dispositivo vuelve al tamaño original, recuperando la forma que nosotros hemos querido darle".
No hace falta una operación para implantar los dispositivos, que pueden colocarse con un catéter.
"Las arterias y venas de los bebés miden apenas unos cuantos milímetros, y debemos usar catéteres muy delgados para llegar al lugar donde queremos cerrar esa arteria. No es simplemente un orificio sino todo un conducto, como un tubo que tenemos que cerrar".
"Los implantes que vamos a hacer navegar por estos catéteres tienen que comprimirse y volverse muy muy pequeños, y cuando llegan al lugar volverse grandes para tapar el hueco. Por ejemplo, las espirales miden menos de 1 mm de diámetro pero llegan a medir hasta 20 cm de largo."
Técnicas aymara
Los implantes no tienen soldaduras y se realizan con un solo alambre de nitinol. No se pueden hacer en forma industrial y para realizarlos a manos se requiere una gran destreza y habilidad motora.
Es por ello que se utilizan técnicas textiles del pueblo aymara.
"Ellos tienen la tradición de hacer tejidos increíbles, imagínese que hay tejidos que hacen con hilos que miden 0,10mm y requieren más de 20 husos. Son tejidos de 6mm de diámetro por 6 de alto"
Freudenthal adquiere el nitinol de una empresa en California y fabrica los dispositivos en dos plantas, una en Alemania y otra en Bolivia.
"Comenzamos en Bolivia y fuimos luego a enseñar a Alemania".
"Catástrofe en Bolivia"
Entre los sueños del científico, está que "un paciente cardiópata juegue en el Mundial, y demuestre que gracias a un tratamiento oportuno es completamente normal".
Pero asegura que su desafío más cercano es lograr que los dispositivos puedan salvar la vida de más niños en su propio país.
"La mortalidad por cardiopatías congénitas aquí en Bolivia es una catástrofe. No hay o por lo menos yo no conozco un programa gubernamental para atender estos niños, en ningún centro existe cirugía cardíaca con estos métodos".
No hay datos oficiales sobre cardiopatías congénitas en Bolivia, pero el país tiene la tasa de mortalidad infantil más alta de Sudamérica, según el informe sobre población de la ONU de 2010.
Mientras países como Cuba tienen una tasa de 6 muertes por cada mil nacimientos, o Argentina de 12 cada mil, en el caso de Bolivia la cifra es de 55, similar a la de varios países africanos.
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