martes, 8 de julio de 2014

La memoria, analógicamente

Cristian Kirby y su exposición sobre la oscuridad pinochetista.


El Centro de Fotografía (CdF) muestra, en estos días, su faceta más directamente comprometida con lo histórico-social. Este viernes inaugura, en la fotogalería de la Ciudad Vieja, una exhibición llamada Médicos Sin Fronteras: más de 40 años de acción humanitaria independiente, que relata el trabajo de este célebre grupo humanitario. La semana pasada abrió, en su sede de San José 1360, una exposición personal del chileno Cristian Kirby titulada 119 y centrada en un evento trágico relacionado a la dictadura de Pinochet. la diaria charló con Kirby, de paso por Montevideo, para que explicara su trabajo.

¿Cómo y cuándo te acercaste a la fotografía como medio de expresión, y cuál ha sido tu recorrido?

-Fue de niño: mi padre tenía varias máquinas fotográficas en la casa y yo, aunque no sacara fotos, las tocaba, miraba a través de sus lentes, incluso me impactaba el olor que tenían. Luego, en el colegio, tuve compañeros que tenían parientes fotógrafos y a los 18 empecé a sacar fotos y me apasioné definitivamente con el tema. Sin embargo, formalmente estudié sociología, porque fotografía y cine eran carreras no muy bien vistas dentro de la familia. Igual me sirvió, porque la fotografía que yo quiero hacer va siempre unida a un “texto”, vale decir a un discurso de conocimiento global de la sociedad.

-¿Me explicás en qué consiste 119?

-El título se refiere a una lista armada durante la “operación Colombo” que realizó la dictadura militar en Chile: se trata de 119 militantes que pertenecían al Movimiento de Izquierda Revolucionaria, en su mayoría jóvenes de entre 18 y 25 años, que los militares hacen “desaparecer” entre 1974 y 1975. Con esta operación se pretendía ocultar la violación de los derechos humanos ocurrida en Chile y en otros países latinoamericanos. La muestra tiene que ver con la memoria, el no olvidar, y con el vacío que deja el hecho de que no ha habido justicia durante estos 40 años, o si la ha habido ya no es justicia. Es algo que ha dejado heridas profundas dentro de la sociedad chilena, porque no ha permitido que el país se desarrollara como se estaba desarrollando antes de la dictadura. Con el golpe militar se instauró también un modelo económico, el neoliberalismo, en su forma más radical: ahora se volvió un poco más humano, pero durante mucho tiempo fue absoluto, pasó por debajo de las puertas, afectó a las familias: el autoritarismo en Chile entró a los hogares. En Montevideo expongo una selección, 40 aproximadamente, de las 119 fotos de la serie completa: son retratos de los desaparecidos sacados de los archivos judiciales, las fotos con que la gente buscaba a sus familiares. Estas fotos jugaban un papel fundamental en la búsqueda, porque se las pedían como pruebas de que las personas habían tenido una existencia real. Tomé los retratos y los superpuse a las zonas donde los militantes fueron secuestrados, usando el plano de Santiago, esta ciudad que parece tan normal, pero que esta llena de marcas, de huellas de sangre, de horrores.

-La obra como punzón de la memoria…

-La muestra da cuenta de que esto está todavía presente. Yo no intento hacer una historia de lo que pasó o del recuerdo, ni hacer algo conmemorativo, solamente un disparador para los espectadores, para que puedan hacer una reflexión sobre su propio camino dentro la ciudad y la historia, pensar en su posición.

-¿Cómo fue recibida la muestra en Chile?

-En Chile, la exposición ha sido bien acogida dentro de los circuitos alternativos de arte, pero como manejan pocos recursos económicos no se ha podido mostrar en su totalidad. En los circuitos institucionales no ha habido ningún tipo de respuesta -yo presenté el proyecto pidiendo apoyos- ni ha despertado interés. Sí ha ocurrido afuera: como acá en Montevideo en el CdF, en Argentina y en Brasil. En San Pablo, por ejemplo, expondré todas las piezas más varios documentos que rodean 119 y se editará un libro. También fue muy bien acogida por los familiares de los desaparecidos, que yo he tenido la suerte de conocer; por eso ahora integro su colectivo.

-¿Qué tipo de reacción te esperás acá?

-Yo espero que la lectura que la gente hará de la muestra en Uruguay se parezca a la que ha habido en Chile. Las personas reconocían los lugares, a menudo eran vecinos, y se ha dado un cuestionarse sobre “dónde estaba yo” y “dónde estoy ahora”. Ojalá pase aquí también.

-Tu obra se mueve, directamente, dentro de lo social y lo político. ¿Sigue vigente la idea de un “arte comprometido”?

-No me dedico exclusivamente a un arte comprometido, que por supuesto me interesa enormemente, sino también el aspecto técnico de la fotografía. Quizá no me toca el arte que es pura decoración. Creo que el mundo nos rodea de objetos que tienen una memoria, una historia, y los artistas más grandes son los que logran mostrarlo de otra manera.

-Trabajas sólo con el analógico. Seguro tu elección tiene razones estéticas y también un sustento teórico.

-Una parte es mi formación. Yo aprendí en la era de lo analógico y cuando apareció lo digital demoré en aprender a usarlo. Cuando finalmente lo hice, entendí que para mi trabajo, lo digital no servía. El tema es que lo digital de alguna manera hegemoniza la mirada, o sea, en términos de textura hay una gran similitud entre una foto y otra, todas terminan parecidas. Además, como yo trabajo en blanco y negro, en lo digital uno saca en color y luego torna la foto en blanco y negro, que obviamente no es lo mismo. Hay fotógrafos que dicen que sí es lo mismo, pero para mí no es así. Filosóficamente, hay un tema con la materialidad: en lo digital no hay materialidad sino virtualidad, mientras que con el analógico existe una correspondencia directa entre lo que queda en la emulsión y lo que estuvo ahí, hay una transformación física de la luz que se traduce en un soporte fotosensible concreto.

-Y la idea de presencia/ausencia es clave en tu obra…

-Sí, pese a que yo en este caso trabajé con fotos de fotocopias, sigue permaneciendo esta huella.

-¿En qué modo la fotografía artística y profesional se ve afectada, si es que se ve afectada, por el hecho de que hoy todo el mundo continuamente saca y publica fotos en internet?

-Me parece que es súper peligroso, por su facilidad. En Chile hay muchas escuelas de fotografía ahora, pero no hay responsabilidad, salen mucho dinero y en definitiva no permiten a sus alumnos desarrollarse. Esto ha creado una ilusión: la de que todos pueden ser fotógrafos, y creo que no funciona así. Sigue siendo un oficio, con sus reglas y complicaciones, como lo fue desde su principio, y quizá hoy aun más.

-¿Hay algo así como una “fotografía contemporánea latinoamericana”? Si la hay, ¿cómo dibujarías su mapa?

-Estuve hace poco en Brasil, en el Tercer Foro Internacional de Fotografía, en donde se discutía exactamente sobre este tema. Hay dos posturas muy enfrentadas, me parece: una según la cual la hay y otra que dice que no es un elemento relevante, que la fotografía que se está haciendo acá se puede estar haciendo en cualquier otro país del mundo. Quizá para llegar a dar cuenta de la presencia de una fotografía latinoamericana hay que analizar los estudios que se están llevando adelante sobre la fotografía desde Latinoamérica. Y yo creo que sí, que existe, porque el lugar es fundamental para el fotógrafo; y que, en definitiva, no ha habido una colonización de la mirada a partir de lo que se hacía en Europa. Pienso que se han logrado miradas que son profundamente latinoamericanas en la fotografía.

-Tal vez, a veces, lo que falta es el diálogo entre los países de la región…

-Es cierto, pero ahora hay un auge con respecto a la fotografía en nuestros países: acá está el CdF, en los últimos años en Chile el gobierno ha asumido una tarea frente a la visualidad de la fotografía, etcétera. Eso permite que los fotógrafos viajen, que haya intercambios, algo que para la generación anterior a la mía era imposible.

-¿Conocés algo de la fotografía uruguaya? ¿Qué pensás de ella?

-La verdad es que no conocía mucho, porque a Chile no llegaba nada y, como decíamos, sólo últimamente hay cierta movida. Pero ahora, aquí, estoy empezando a conocer, me regalaron varias publicaciones: el panorama me parece muy interesante, y entiendo que la fotografía en Uruguay es importante.

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