Columna de opinión.
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Tanto los israelíes como los palestinos están pasando días muy difíciles. Desde el asesinato de los tres jóvenes israelíes, el país está intranquilo: una operación militar a gran escala de Israel en Cisjordania, el asesinato de un joven palestino en Jerusalén Occidental, extremistas israelíes que amenazan con atacar a los árabes en todo el país, población árabe de Israel que sale a la calle a manifestarse, disparo de cohetes sobre comunidades israelíes en el sur del país y ataque israelí en Gaza. La violencia actual es dolorosa para todos, especialmente para las familias cuyos seres queridos fueron muertos o heridos, o que tal vez lo serán más adelante. Pero justamente en estos momentos no podemos dejar que el dolor y el miedo nos paralicen. No podemos permitir que la desolación nos haga dejar de lado la preocupación por la realidad que está en la base de la actual cadena de acontecimientos: la realidad anterior y la que vendrá si nada cambia; la realidad de la ocupación y su continua ampliación por el gobierno de Israel.
El gobierno israelí se relaciona con la ocupación como una condición permanente, y su conducta constituye un obstáculo real para cualquier posibilidad de poner fin al conflicto. La expansión de las construcciones en los asentamientos existentes y el establecimiento de nuevos asentamientos, al igual que la negativa a sentarse con seriedad en torno a una mesa de negociaciones, con base en la voluntad de reconocer las demandas legítimas de los palestinos. Que continúe la expansión de los asentamientos en los territorios palestinos ocupados es una violación continua que acontece todos los días. Es una injuria persistente y continuada que nos conduce a una realidad de apartheid.
Los israelíes y los palestinos no pueden cambiar esta realidad sin ayuda externa. Necesitamos la movilización de la comunidad internacional, ya que sólo ella tiene la clave para cambiar la posición israelí. Incluso en estos días, cuando la violencia está aumentando, y también en los días aparentemente tranquilos, esta realidad debe estar presente ante la comunidad internacional. Los asentamientos, y a su lado el sistema separado de caminos para israelíes y palestinos en Cisjordania, los sistemas de ley separados, severas restricciones de movimiento de los palestinos, la separación entre Gaza y Cisjordania, y el continuo control militar israelí sobre la población civil palestina, con todo lo que ello significa.
La moderación de la crítica internacional a consecuencia de la última oleada de violencia no ayuda a Israel ni a los palestinos. Por el contrario, la elección de tal política ayuda a mantener la ocupación y contribuye indirectamente a que continúen la tensión y las oleadas de violencia. Sólo la creación de una realidad internacional diferente, que implique para el gobierno de Israel un costo real de la continuación y profundización de las actividades de ocupación y construcción en los asentamientos, podría promover un cambio que beneficie tanto a los israelíes como a los palestinos. La comunidad internacional tiene la capacidad de hacerlo, contribuyendo así a la prevención de una nueva ronda de violencia, y posiblemente también a una mejor y más justa vida para ambos pueblos.
Veinte países europeos ya han dado un paso importante en la dirección correcta, al publicar advertencias a sus ciudadanos respecto de las relaciones comerciales con negocios en los asentamientos. Les envío mi agradecimiento como ciudadano israelí, junto con muchos otros ciudadanos que siguen con preocupación el estancamiento político y la continua construcción en los asentamientos. Las advertencias relacionadas con la ilegalidad de los asentamientos, y su señalamiento como un obstáculo para la paz y una amenaza real a la solución de dos Estados independientes, marcan la forma en que la comunidad europea en particular y la comunidad internacional en general deben seguir ejerciendo presión sobre Israel. La reacción veloz y contundente de los europeos y los estadounidenses a raíz de la anexión de Crimea por parte de Rusia ofrece herramientas adicionales para ejercer presión.
Como ciudadano israelí, exhorto a otros países, incluyendo a los latinoamericanos, a unirse a la mayoría de los países de la Unión Europea que ya han decidido advertir a las empresas que no mantengan relaciones comerciales con los asentamientos, contribuyendo a crear un consenso internacional sobre este tema. Abstenerse de usar instrumentos diplomáticos para ejercer presión sobre Israel con respecto al tema de los asentamientos es, a la larga, perjudicial para Israel y conducente al apartheid.
El futuro de Israel como Estado judío y democrático depende del establecimiento de un Estado palestino viable, cuyas fronteras con Israel se determinen en base a la Línea Verde (fronteras previas a la ocupación realizada en 1967), con correcciones acordadas por ambas partes. Por lo tanto, la comunidad internacional en general y la de América Latina en particular deben continuar por el camino trazado por las recientes directivas europeas, y seguir presionando a Israel para que detenga la construcción en los asentamientos, reconozca la necesidad de retirarse de los territorios ocupados en Cisjordania y retorne a la mesa de negociaciones para llegar a un acuerdo justo. Sólo una presión significativa de este tipo sobre el actual gobierno israelí podrá producir un cambio fundamental de su posición. Sólo este tipo de presión provocará que Israel haga lo correcto para su propio futuro, incluso si sus líderes actuales son incapaces de verlo en este momento.
Alón Lie
El autor de esta columna fue director general del Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel durante el gobierno de Ehud Barak y ex embajador de Israel en Sudáfrica.
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