Las instituciones mundiales todavía están aprendiendo a manejar de manera integrada el agua y la energía, como parte de su apuesta al desarrollo sostenible.
Según Daryl Fields, del Banco Mundial, entender la conexión entre agua y energía es fundamental para poder abordar el crecimiento y el desarrollo humano, la urbanización y el cambio climático. Pero muchos políticos consideran que es un desafío convertir este concepto en una realidad.
Fields, quien también integra el Comité Técnico de la Asociación Mundial para el Agua, formuló esas declaraciones en una reunión de los socios consultores de esa entidad, que se realizó por primera vez en Trinidad y Tobago.
De acuerdo con el Instituto de Estocolmo para el Medio Ambiente, “también es probable que el cambio climático agrave la presión sobre los recursos y así se sume a la vulnerabilidad de las personas y los ecosistemas, particularmente en regiones donde el agua es escasa y marginal”.
Fields dijo que “red” es un término más adecuado que “nexo”, por los muchos vínculos involucrados y por la interdependencia entre energía y agua.
La energía afecta la calidad del agua a través de las descargas y los efluentes, así como mediante su impacto sobre la dependencia del suministro hídrico y el costo de mantenerlo, porque se requiere energía para bombear agua que llegue a los consumidores.
Por otro lado, señaló, la calidad del agua afecta la capacidad de brindar energía. A modo de ejemplo, citó una central hidroeléctrica en India cuyos equipos resultaron erosionados por los sedimentos del agua usada en sus turbinas. Además, está el asunto de la salinización.
De ahí que se produzca “un círculo virtuoso”, dijo. “Cuando se reduce la necesidad de agua se reduce la necesidad de energía”, añadió.
Según Fields, el desafío de administrar agua y energía de modo integrado es más complejo por las diferencias extremas entre ambas. Quienes trabajan en las dos industrias a menudo hablan “idiomas” distintos y tienen perspectivas diferentes.
Mohammad Ait-Kadi, presidente del Comité Técnico de la Asociación Mundial para el Agua, destacó quelas regiones que padecen escasez hídrica ahora representan alrededor de 36 por ciento de la población mundial y 22 por ciento del producto interno bruto mundial.
La demanda de agua aumentó 600 veces durante lo que va del siglo XXI, agregó. “El buen manejo hídrico es importante para el crecimiento (sostenible) y para crear resiliencia al cambio climático”, dijo. “No se puede escapar al hecho de que la necesidad y la demanda de los recursos hídricos, finitos y vulnerables, continuarán expandiéndose, y también lo hará la competencia por los mismos”, argumentó.
No obstante, la experiencia de la Asociación en África muestra que los funcionarios que administran el agua están hallando soluciones prácticas y a la vez simples a la crisis hídrica, al tiempo de considerar las necesidades energéticas de las comunidades.
Andrew Takawira, de la Unidad de Coordinación del Programa de Agua, Clima y Desarrollo de la filial africana de la Asociación, estuvo en Trinidad para la conferencia y compartió el trabajo que está realizando su entidad para integrar exitosamente el manejo hídrico con las necesidades de energía.
En África, el Programa abarca a Burkina Faso, Burundi, Camerún, Ghana, Mozambique, Ruanda, Túnez y Zimbabwe. Busca fortalecer el manejo de los asuntos hídricos y la capacidad de abordar las cuestiones relativas al cambio climático que afectan el agua dentro de esos países.
Takawira dijo que en la cuenca del lago Cyhoha, compartida por Burundi y Ruanda, la población está talando árboles para obtener combustible, lo que causa deforestación, que a su vez perjudica a la cuenca.
El Programa creó una zona de amortiguación en torno a la cuenca plantando árboles, y con la ayuda de socios en los dos países brindó fuentes alternativas de energía para la población del área: cocinas más eficientes y digestores de biogás.
Su organización se dio cuenta de que el manejo hídrico requiere un enfoque amplio para satisfacer las necesidades vitales que las comunidades pueden tener, dijo Takawira.
“Ellas sea como sea necesitan la energía. Estamos aprendiendo que hay que expandirse. Es por esto queresulta importante abordar de modo conjunto los asuntos hídricos, alimentarios y energéticos”, planteó.
Para Takawira, “lo que uno quiere como administrador hídrico es garantizar que las cuencas se manejen de modo adecuado. (Pero) si uno les dice que dejen de talar árboles, ¿con qué van a cocinar?”, planteó.
El especialista citó un segundo ejemplo para mostrar la interconexión de agua y energía. En Camerún, la gente quería estar cerca del río para poder acceder fácilmente al agua, lo que acarreó problemas como la sedimentación y la reducción de la cobertura vegetal. Esos problemas pueden volverse desastrosos en tiempos de inundaciones o sequías.
También explicó que la actividad intensiva cerca de las riberas hace que el suelo se vuelva menos compacto, lo que fomenta la sedimentación. Esta, a su vez, reduce la cantidad de agua almacenada en los embalses de los ríos, lo que puede ser perjudicial en casos de sequía.
Apartar a las poblaciones del río es importante también para poder hacer frente a las inundaciones, explicó, pues la ocupación tiende a reducir la vegetación que enlentece y absorbe las aguas que se desbordan.
Para abordar el problema, el Programa en África alentó a los cameruneses a instalarse más al interior del territorio, brindándoles cañerías para que pudieran obtener agua fácilmente. Sin embargo, se requirió energía para bombear el líquido a través de las tuberías. A tales efectos, la organización también aportó equipos de energía solar.
Natalie Boodram, del capítulo caribeño del Programa, dijo que aprendió mucho de las experiencias de sus socios en África, pues las situaciones de ambas regiones son muy similares. “Quedamos con muchas oportunidades y muchas preguntas, y una gran cantidad de trabajo por hacer”, señaló la funcionaria. (IPS)
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